Asturias debe aprovechar su propio tejido industrial para explorar desde la innovación nuevos mercados y oportunidades de negocio.
Suena bien el discurso que se le escuchó el jueves a Adrián Barbón en el debate de investidura celebrado en el Parlamento regional en lo que respecta a la industria, verdadero motor de esta región. Las propuestas no tienen tacha: creación de una Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad; petición inmediata a la UE de un arancel ambiental (esto no pasará en el Parlamento Europeo de ser una petición más con poco recorrido); reclamación del estatuto para la industria electrointensiva; aumento de un 25 por ciento de los ingresos por derechos de emisión; Ley de Ciencia; creación del Consejo de Acción Exterior y recuperación de la Dirección General de Asuntos Europeos; extensión de la red de centros tecnológicos; FP dual, planes de empleo…
En el caso de nuestra región será conveniente, y me imagino que estará más que analizado, diferenciar lo que es la investigación ‘oficial’, la que mantiene fundamentalmente la aportación pública, de la innovación tecnológica industrial, la encargada de crear herramientas para generar ventajas a la industria, de forma que se ponga ese conocimiento en el mercado para generar negocio.
No se puede decir que el Principado esté desnudo en este aspecto, ahí está funcionando la coordinación del IDEPA y los clusters del Polo del Acero o MetaIndustry4, por poner los dos ejemplos más claros respecto a la industria metalmecánica, que es la que aporta el mayor valor a la comunidad autónoma tanto en el aspecto económico como en el laboral. Y en ese apartado habrá que hablar de Idonial y la labor que está realizando en el Centro Tecnológico de los Materiales de Avilés, o la puesta en marcha de la Manzana del Acero, tras unirse con ArcelorMittal en un proyecto único en el mundo.
Y hablar de ArcelorMittal es referirse al mejor ejemplo que se puede poner en el Principado de lo que significa la apuesta decidida de una empresa privada por el I+D+i, pero también de la colaboración pública como dan fe los convenios firmados entre la multinacional siderúrgica y el Gobierno regional, primero con Vicente Álvarez Areces y más tarde con Javier Fernández.
La aprobación el año pasado del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2018-2022, con un presupuesto de 447,5 millones de euros supone un salto importante, pero eso no evita que Asturias siga alejada de las medias nacionales y europeas en cuanto a inversión en innovación, ocupando el puesto 178 de los 238 territorios de la Unión Europea analizados en un reciente estudio. (Ver EL COMERCIO del lunes 8, página 37).
Una vez más hay que fijarse en lo que ha hecho hasta ahora el País Vasco, que encabeza siempre el ranking nacional en I+D+i. Después de una labor de treinta años de abrir centros tecnológicos orientados fundamentalmente a la industria, el Gobierno vasco está a punto de culminar la ‘fusión’ de dieciséis bajo el paraguas de un ente público, Basque Ressearch and Tecnology Alliance (BRTA) con el que espera alcanzar el gran objetivo de convertirse en 2030 en la región referente de Europa. Van camino de ello. El nuevo ente agrupará a 3.540 personas, entre investigadores y técnicos y generará unos ingresos de 238 millones de euros.
A estas alturas nadie duda ya que hablar de inversión en I+D+i está directamente relacionado con el crecimiento económico e incluso con la supervivencia de las empresas, obligadas ya a competir en mercados globales cada vez más exigentes en productos y servicios. Asturias cuenta con una ventaja, que es la de contar con multinacionales que en algunos casos son líderes mundiales en sus negocios, más un tejido industrial que también está dando campeones internacionales en nuevos sectores. Y al hablar de industria no solo hay que fijarse en el sector metalmecánico, sino también en el medio rural y la agroalimentación, o el químico entre otros.
Los problemas que han ido apareciendo, como el de Alcoa o los anuncios negativos sobre Saint-Gobain –las dificultades de ArcelorMittal son de momento coyunturales– son los que deben reforzar la importancia de avanzar en la innovación. Pero la creación de ese Consejo de Acción Exterior, acompañado de la Dirección General de Asuntos Europeos no solo debe ayudar a captar todos los recursos europeos posibles, sino también a ver otras posibilidades con empresas nuevas o a partir de las que se encuentran en nuestro territorio. Asturias necesita más que nunca ese ‘Hombre del maletín’ que descubra nuevos negocios y que ofrezca nuestras posibilidades.
Hay algunos ejemplos que poner. Saint-Gobain, como ya se ha desvelado en estas páginas desde hace tiempo, tiene una apuesta inequívoca en Marruecos, alimentada de momento desde Avilés, que va a ser la gran perjudicada cuando su umbral de producción caiga hasta el millón de parabrisas y lo haga inviable. Hoy la cifra está en 1,2 millones. (Antes de la crisis de 2008, la producción en esta planta era de 2,2 millones al año, y en lo peor de la crisis, entre 1,6 y 1,8). Y hay dos malas noticias. La última encuesta anual realizada en Francia por Alix Partners indica que en los próximos cinco años habrá una caída de ventas de coches y cierre de fábricas, entre 40 y 60 en todo el mundo. Mientras tanto, el Grupo PSA (Peugeot, Citröen, DS y Opel) acaba de abrir su nueva planta en Kenitra (Marruecos), con una capacidad de producción de 200.000 vehículos a partir de 2020 para servir a clientes de ochenta mercados. Sumen todo y aplíquenlo a Sekurit Avilés.
En cambio, Saint-Gobain invitó a principios de este mes a 15 startups y pymes en Domolab, su centro de innovación con sede en Aubervillliers, cerca de París, con el objetivo de trabajar en torno a materiales y tecnologías de alto rendimiento. Por supuesto, allí no había ningún invitado de Asturias, como una buena oportunidad de buscar «nuevos nichos de mercado» que a lo mejor servirían para paliar el efecto Marruecos y la crisis del automóvil. Quien sí viajó a París, sin complejos, fue el alcalde de Saltillo (México) para entrevistarse con el CEO de Saint-Gobain-Sekurit, Houchan Shoeibi, para ponerse a su disposición en lo que hiciera falta tras anunciarse la apertura de una mega inversión en su pueblo, en donde se fabricarán los parabrisas de Tesla, que, por cierto, también se producían en Avilés. Al cambio, el alcalde mexicano pone alfombra roja y celebra como se merece una inversión de 278 millones de euros y la creación de 1.200 empleos.
Y otro ejemplo más. Otra multinacional con presencia en Asturias, DuPont, en este caso DuPont Nutrition & Biosciencies, anuncia el lanzamiento de un estabilizador dirigido a las bebidas vegetales y veganas, alimentos que incrementan ya seis de cada diez consumidores norteamericanos. Pero hay más. La misma compañía, en alianza con Reebok, impulsa el programa Cotton+Corn con el objetivo de fabricar productos a base de materia prima que pueda cultivarse. Y el resultado ya está en la calle, en los comercios: una zapatilla 100% de algodón, sobre una suela a base de maíz y con plantillas basadas en un material derivado del aceite de ricino. Precio, 70 euros. Unisex, ya a la venta. (Cada año se fabrican en el mundo 20.000 millones de pares de calzado deportivo, la mayoría hecho a base de petróleo).
Son empresas que están aquí, que nos hablan de nuevos negocios. ¿Y por qué no podemos aspirar a ellos sobre esa premisa de avanzar en la innovación? A lo mejor así se entiende mejor la necesidad de ese ‘Hombre del maletín’.
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 14 de julio de 2019