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José María Urbano

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CIERRE Y OPORTUNIDAD

La parada definitiva de las baterías de cok provoca problemas en el empleo, pero habrá que aprovechar las ventajas que también se abren para Avilés con su clausura.

Se apagan definitivamente las baterías de cok de Avilés, una instalación que ha formado parte del paisaje industrial de esta ciudad durante bastante más de medio siglo, y que ahora dará paso a una nueva etapa en la que ya se han dado afortunadamente pasos importantes respecto a la planificación del Plan director que la SEPI ha presentado para actuar sobre una superficie aproximada de 350.000 metros cuadrados, de los que 230.000 se dedicarán a parcelas de nuevas actividades, 80.000 de viales y 40.000 de zonas verdes y equipamientos.

Las baterías de Avilés eran una ‘anomalía’ en el diseño de la nueva compañía siderúrgica integral que nació como consecuencia del Plan de Competitividad de 1992, siguiendo las directrices europeas de centrarse en las plantas que tuvieran a su lado un puerto con la suficiente capacidad como para acoger los imponentes graneleros que se requieren en un proceso de fabricación integral del acero como es el de Asturias. La lógica indicaba que si a Gijón fueron a parar por ese motivo los hornos altos, el sínter y demás instalaciones de una cabecera siderúrgica, las baterías de cok deberían estar allí. Lo que sucede es que Gijón no contaba con unas instalaciones con garantías, mientras que las de Avilés, pese a su vejez, eran capaces de ofrecer calidad y cantidad. En su día, no solo para alimentar las necesidades de los hornos, sino para exportar cok a determinados emplazamientos europeos, lo que supuso una importante fuente de ingresos para la compañía y una extraordinaria aportación al movimiento portuario de Avilés. Si a eso se añade el espléndido negocio de los subproductos, se entenderá mejor porqué ArcelorMittal no tuvo nunca demasiada prisa en cerrar las baterías de Avilés, pese a su ‘anomalía’ geográfica, a 30 kilómetros de su cabecera.

 

 

El cierre de la instalación va a tener un coste en esta ciudad. Los trabajadores fijos de la empresa siderúrgica no tendrán ningún problema. No así una parte de los auxiliares y sobre todo los que trabajan en los servicios que dependían de las baterías, con el transporte como mayor exponente. En un momento en el que la economía mundial y sobre todo la industria, y más si cabe la europea, está viviendo ya un auténtico terremoto –aquí y en Alemania, Francia y en la UE en general, no se salva nadie–, el cierre de las baterías de cok de Avilés, con ser un elemento negativo en todos los sentidos, su impacto no es tan grave como el de las deslocalizaciones, los recortes e incluso los cierres que estamos viendo casi a diario. Lógicamente aquí nos toca vivirlo de cerca y por lo tanto éste es «nuestro» problema, el más acuciante.

Lo que toca ahora es tratar de entender que no queda otra opción que seguir mirando al frente y celebrar que en este caso sí ha habido una respuesta adecuada por parte de todos los agentes implicados para tratar de acortar al máximo todos los procesos administrativos, materiales y de diseño. Toca ahora ponerse a trabajar al día siguiente del cierre de las baterías en ese nuevo escenario en el que se basa una buena parte del desarrollo futuro en el que esta ciudad lleva tiempo inmersa. La SEPI ha sabido atender la petición expresa hecha desde el Ayuntamiento para que adelantara ese proceso y en ese sentido hay que celebrar el acuerdo inicial entre la propia SEPI y ArcelorMittal para delimitar qué le corresponde a quién en el desmantelamiento, descontaminación de terrenos y urbanización posterior. Lo mismo que el acuerdo general que existe para que en esos terrenos se implanten empresas industriales de los nuevos sectores de tecnología avanzada, incluso las startups que pudieran nacer al calor del trabajo de investigación desarrollado por los centros de I+D+i de ArcelorMittal en Avilés, nuevas oportunidades alentadas desde la Manzana del Acero o centros de otras empresas, como el que ha anunciado Química del Nalón. Todo ello, formando un conjunto con la Isla de la Innovación que está llamada a ser el eje de ese nuevo complejo de industria, innovación y servicios avanzados que se pretende y que ya ha dado pasos muy importantes, aunque todavía haya algún sector que no ha sido capaz de calibrar el salto cualitativo que se ha dado ya en esta ciudad y sobre todo cuál es el que se pretende y por el que se está trabajando.

Con todo, lo que es importante es que haya un consenso sin fisuras entre el Ayuntamiento, SEPI, ArcelorMittal, Fade y Cámara de Comercio y sindicatos UGT y CC OO para apoyar ese camino iniciado y que el cierre de baterías solo puede apuntalar, aunque ahora se vayan a sufrir las consecuencias de su parada. Y aunque hasta el momento no ha habido apenas señales de lo que piensa el nuevo Gobierno regional sobre la importancia del mundo industrial y de innovación de Avilés para el resto del Principado, es de suponer que el cierre de filas y el apoyo serán explícitos como corresponde al territorio con mayor potencial de crecimiento para esta región.

El cierre de esta instalación tiene, por último, algunas ventajas incontestables. El cien por cien de las empresas del PEPA –todas salvo unas pocas que pudieran trabajar para esta instalación– respirarán aliviadas porque se habrá terminado uno de sus mayores problemas: la contaminación que generaba en sus negocios la actividad del cok. Para algunas, un hándicap grave. A partir de ahora algunas podrán afrontar nuevos proyectos que estaban aparcados precisamente por ese problema. Lo mismo se puede decir de la venta de parcelas y la captación de nuevas empresas. No hay que olvidar que alguna compañía, una de ellas muy importante, desistió en su día de instalarse en el PEPA por el problema de las baterías, dirigiéndose a otro espacio en la misma zona central de Asturias, en donde hoy sigue ampliando su negocio.

Y finalmente va a ganar Avilés, su situación medioambiental general, y su propia fisonomía. En ese sentido habrá que hablar de un tiempo nuevo para un territorio más sostenible y más agradable para los que viven aquí y para los visitantes, más acorde con esa ciudad moderna que también va a tener más posibilidades de actuar en la ayuda al comercio y al sector servicios.

El cierre de baterías de cok llega en uno de los peores momentos del gran motor industrial de esta región, ArcelorMittal, al coincidir en el tiempo con las peores previsiones que se vienen haciendo desde hace mucho tiempo y que han sido analizadas en profundidad en estas mismas páginas. Nadie podrá llevarse a engaño ante la falta de respuesta de los sucesivos gobiernos españoles y de la UE a los graves problemas que debe afrontar la industria europea principalmente y la convulsión de la economía mundial que afecta a todos los países sin excepción. ArcelorMittal ya ha expresado su intención de vender activos siderúrgicos en Brasil, Canadá, Liberia y Sudáfrica por su falta de rentabilidad. Nadie está libre, como se ve.

Por eso es muy importante que el cierre de baterías de cok en Avilés genere un consenso total en la ciudad y en el Principado sobre el camino que hay que seguir y que está marcado ya en buena medida.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 29 de septiembre de 2019

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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