En la Nueva Rula de Avilés S. A. y en el Conservatorio Julián Orbón la sensación es la misma: parece que los pájaros disparan a las escopetas
Sólo hace falta asomarse un poco al panorama político en general para llegar a la conclusión de que desde hace mucho tiempo en este país se ha instalado el mundo al revés, el de los pájaros (metafóricos) tirando a las escopetas. Y en Avilés no vamos a ser menos. Por eso asistimos en los últimos tiempos a algunos ejemplos de este panorama, que lo único que hace es provocar un alto grado de desmoralización entre una ciudadanía que ya no sabe en quién creer, o lo que es peor, llegar a la conclusión de que todo es una gran mentira y que aquí cada uno va a lo suyo.
LA VOZ DE AVILÉS desveló en una exclusiva de Fernando del Busto en el mes de abril de 2015 una mega operación de la Agencia Tributaria sobre el sector pesquero para poner al descubierto algo sabido: todo el negocio pesquero, todo, aquí y hasta en el último puerto de nuestra costa, ha funcionado con dinero ‘b’. Cuestiones como el IVA o el impuesto de sociedades estuvieron en el punto de mira de aquella inspección que curiosamente se inició en Barcelona y Madrid, y que en el caso de Avilés afectó a la mayoría de los protagonistas del sector, empezando, lógicamente, por la entidad Nueva Rula de Avilés, que participaba de aquellas irregularidades.
Tras meses de inspección, asesores cualificados, externos a la organización, aconsejaron y consiguieron que se firmara un acta de conformidad con la Agencia Tributaria, con una sanción de 1,2 millones de euros, para evitar males mayores, entre otros, los penales. Y a partir de ahí, todos los actores asumieron que con Hacienda ya no hay marcha atrás. Todos, menos un grupo que lidera la Cofradía de Pescadores Virgen de las Mareas –tenedora del 33 por ciento de las acciones de Nueva Rula de Avilés S. A.–, que sigue empeñado en una operación a través de los medios de comunicación para, según ellos, hacerse con el control de la sociedad y pasar a gestionarla. Para ello, han elegido el ‘mejor’ camino: salirse de la sociedad y anunciar acciones legales contra anteriores gestores y los actuales consejeros, supuestamente porque se equivocaron al firmar el acta de conformidad con la Agencia Tributaria.
A partir de ahí se lanzan una serie de datos, recurriendo incluso a la manipulación más torpe, como por ejemplo la que indica que Nueva Rula de Avilés está en situación de quiebra, algo que desmienten todos los números. La fuerza real de este grupo se desconoce. Amparado casi en el anonimato, con un portavoz que reparte información a su antojo, dependiendo de cómo se «porten» los medios, parece evidente que no aglutina a muchos de los actores que ya han mostrado su disposición a no repetir más historias con dinero negro. Ni han consultado con los 43 trabajadores que tiene la sociedad, que, por escrito, han mostrado a este periódico su apoyo a la gestión actual de Nueva Rula de Avilés, sin que quieran saber nada de aventuras como las que se anuncian desde la Cofradía Virgen de las Mareas.
Pero hay más: nadie sabe cuál es su propuesta económica de compra de todas las acciones, ni su modelo de negocio para asegurar la viabilidad de la sociedad a la que intentan acceder. Y todavía hay más: si entre sus propuestas va a figurar que Nueva Rula de Avilés S. A. se encargue de las multas que estos armadores ya han pagado a Hacienda por trabajar con dinero negro, o si su intención es que la sociedad vuelva a las andadas y siga participando o haciendo la vista gorda con el dinero ‘b’, –y hasta con las capturas, ojo–, entonces mejor se ahorran esfuerzos porque el 67 por ciento del accionariado (Principado, Autoridad Portuaria y Cámara de Comercio) han pasado página de forma definitiva.
El otro apunte de la semana que sigue causando perplejidad es el que tiene que ver con el Conservatorio Julián Orbón y la posición de quien debería de velar por su correcto funcionamiento: el Ayuntamiento y su Fundación de Cultura. Desde hace dos años aproximadamente, la dirección del conservatorio avilesino fue escogida por un grupo –interno y externo al centro–, a modo de muñeco del pim, pam pum, contando con el silencio, cuando no con la colaboración, de una concejala de Cultura que cuando tuvo que posicionarse ante algunos conflictos, optó por dar su apoyo a gente instalada en la protesta y en la bronca, cuando no en la ilegalidad, y dirigir sus críticas a una directora que primero ocupó su puesto de forma accidental en cumplimiento de la Ley de Educación y más tarde al ganar un concurso oposición que diseñó el propio Ayuntamiento y que apoyó el Principado –llegó a intervenir con tres personas en el tribunal–, lo que desmonta insidias como las lanzadas por el sindicato CSIF, que habló de un concurso «amañado».
Una reciente sentencia del Contencioso Administrativo, tras una denuncia de un profesor del conservatorio, revocó ese nombramiento, en lo que algunos expertos ven como un «olvido» de la autonomía municipal para aplicar la normativa delegada por la Consejería de Educación. La concejala, extrañamente, no defendió esa autonomía municipal y se apresuró a declarar que no se recurriría. La directora sí lo ha hecho.
Bastó con que LA VOZ DE AVILÉS denunciara todo lo relacionado con el acoso interno y externo durante dos años en el conservatorio para que la concejala pusiera el grito en el cielo; el asesor jurídico en la sombra se pusiera digno; para que los profesores «agredidos» salieran a la palestra, eso sí, sin dar la cara, amparados en correos electrónicos que ni siquiera firma su «representante», Antonio Díez, de la UGT; para que la presidenta de la AMPA, que ocupa un puesto de forma ilegal, amenazara al que esto firma con ir a los tribunales; y para que otro grupo de profesores, con nombre, apellidos y DNI –estos sí dan la cara– firmaran un escrito en donde declaraban su hartazgo por el comportamiento de la Fundación Municipal de Cultura, la injerencia de la concejala de Cultura, la negativa a completar la plantilla de profesores que había sido demandada por la directora del centro, la ilegalidad de la presidencia de la AMPA, la irregularidad de algunos profesores detectada por la inspección educativa, la campaña de desprestigio a costa del ‘mal ambiente’ inventado dentro y fuera del conservatorio, la negativa del Ayuntamiento a recurrir la sentencia del Contencioso Administrativo, y la «estupefaccion» que les provocó el que la concejala Yolanda Alonso llegara a proponer que los dos profesores que litigaron contra el Ayuntamiento pasaran a ocupar un cargo directivo en el conservatorio.
Y mientras tanto, la concejala de Cultura, Yolanda Alonso, también se pone digna, habla de «la desinformación» de LA VOZ DE AVILÉS y lleva exactamente diez días sin contestar a las preguntas que este periódico le ha planteado por conducto reglamentario. La alcaldesa aún no se ha manifestado públicamente; la oposición sigue muda; los que han estado escondidos, siguen sin aparecer. Y en la calle, sí, la sensación es de que parece que las escopetas disparan contra los pájaros.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 3 de julio de 2016