Perplejidad (I). La secretaria de Estado de Energía, Sara Aagen, escribió el día 11 un artículo sobre el futuro energético de este país y pidió “paciencia” a las empresas, a la vez que les demandó una apuesta por el empleo y la inversión. Los resultados de la nueva economía verde los fijó a medio y largo plazo.
En Asturias tenemos muchos problemas, y uno de ellos, fundamental, es que fuera de nuestras propias fronteras nadie se entera o no quiere enterarse de lo que realmente nos pasa. Y lo que nos sucede es que la pandemia sanitaria va a acentuar la crisis de nuestro tejido industrial, basado en multinacionales de primer nivel que el día menos pensado te anuncian una deslocalización o un cierre y provocan que buena parte de todo el entramado económico y social se venga abajo.
Da lo mismo que esto se venga advirtiendo desde hace años incluso. Seguimos en manos de un Gobierno, de una clase política en general, que es incapaz de concretar con hechos lo que ellos mismos anuncian y reconocen. Ahí está el estatuto de la industria electrointensiva como muestra, que no solo lleva un retraso sonrojante, sino que sabemos todos (al menos los que queremos saberlo) que no va a solucionar el problema que tienen las empresas españolas y asturianas respecto a su competencia europea. Llegará tarde y mal.
Los escritos y los discursos de Aagen son parecidos a los de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, cuando nos dice que el futuro vendrá de la mano de la lucha contra el cambio climático, poniéndonos unos deberes como país, unas exigencias, que ni siquiera la UE ha planteado en esos términos.
Sin que nadie discuta la necesidad de afrontar el reto de la lucha contra el cambio climático, es imposible que en esta región podamos salvar la actual crisis que todavía arrastramos desde 2008 y la que se nos avecina de forma inmediata por efecto de la pandemia sanitaria si no asimilamos las consecuencias de ir perdiendo por el camino nuestras actuales fortalezas. Si en esa crisis que se nos avecina no somos capaces de mantener al menos lo que tenemos, la debacle puede ser histórica.
Se podría hablar de Alcoa, pero aquí todo el mundo sabe de sobra lo que ha sucedido. En todo caso solo cabe hacer hincapié en el enésimo aviso: en el mes de julio de 2021 la planta de Avilés seguramente va a desaparecer tras haber llegado hasta aquí dejando que la compañía haya quedado en manos de unos gestores sobradamente conocidos en ambientes más relacionados con los juzgados que con la industria.
Las señoras Aagen y Ribera seguramente saben que ArcelorMittal tiene más de 5.000 trabajadores en Asturias, que pueden quedar reducidos a la mitad si la situación de parada de uno de los dos hornos altos de Gijón se mantiene en el tiempo o si se decide su parada definitiva. Al margen de que la viabilidad de la propia empresa se pondría en ese caso en peligro –en su día se hizo un estudio que ratificaba esa impresión–, sólo habría que contemplar un par de datos para vislumbrar más o menos lo que iba a venir a continuación como efecto dominó. Un ejercicio que ya se puede hacer hoy mismo.
Las acerías de Avilés y Gijón producen al año unos 5 millones de toneladas, mientras que el arrabio salido de los dos hornos se sitúa en los 4,5 millones de toneladas. Con un solo horno la producción sería de unos 2,2 millones de toneladas de arrabio aproximadamente. Adiós por lo tanto a la competitividad de las acerías, o lo que es lo mismo, adiós a la competitividad de la siderurgia integral española, asentada fundamentalmente en Asturias.
Vayamos al mínimo efecto dominó. El Musel mueve para ArcelorMittal unos 10 millones de toneladas entre carbón siderúrgico y mineral de hierro. ¿Nos quedamos sin 5 millones con un solo horno? ¿Cómo afectaría esa disminución el negocio del puerto gijonés?
Más piezas que se caen de ese dominó. ArcelorMittal mueve 70.000 vehículos al año. Solo en transporte por carretera mueve 4 millones de toneladas al año. ¿ Cuáles serían las consecuencias de dejar esa actividad a la mitad?
Y más. Empresas auxiliares: 2.000 trabajadores fijos en la planta siderúrgica. En Daorje ya han dado muestras estos días de asfixia, poniendo en riesgo el sueldo y el empleo de sus trabajadores.
Esto es solo una muestra. ¿Qué nos ofrece el Gobierno, el Ministerio de Transición Ecológica? De un plumazo se ha cargado el sistema de interrumpibilidad, que en los últimos años suponía un desahogo para las empresas en su factura eléctrica. Teresa Ribera no se escondió, es cierto: los paquetes de 90 MW destinados fundamentalmente para grandes consumidores, como ArcelorMittal, Alcoa, Asturiana de Zinc, empresas químicas y cementeras, se reducen ahora a paquetes de 1MW. Es decir, como ya se dijo en su día en este espacio: igualamos ArcelorMittal con una ferretería.
Mientras tanto, la industria española paga 47 euros el megawatio/hora y con ese precio tiene que competir con Francia (22,4 euros) y Alemania (18,5). Respecto a las compensaciones por CO2, el Gobierno español no solo no ha implementado el reparto de 275 millones de euros, cantidad aceptada por la UE, sino que este año lo ha reducido a 6 millones de euros, frente a los 172 del año pasado.
Con este panorama, con unas empresas que tampoco son inocentes y que están aprovechando seguramente los efectos de la pandemia para hacer sus juegos para cuadrar sus cuentas de resultados –ArcelorMittal lo mismo anuncia unas pérdidas de 1.428 millones de euros en el primer semestre que saca pecho y dice que en el mismo periodo ha logrado reducir su deuda– no se puede pedir ‘paciencia’ y fiarlo todo a que “el mundo será mejor y más verde” a medio y largo plazo.
Seguramente dentro de un mes o menos tendremos que volver a repetir todo esto desde Asturias a ver si el Gobierno central, incluso el autonómico en algunos aspectos, entiende que esto no es cuestión de dibujos y de proyectos futuros. Simplemente es cuestión de supervivencia porque si el empleo comienza a destruirse y las empresas echan el cierre, las consecuencias no hace falta ni imaginarlas.
Perplejidad (II). Gobierno del Principado, la patronal FADE y los sindicatos CC OO y UGT firmaron recientemente la Concertación para la Recuperación de Asturias (CREA).
Copio textualmente el apartado de ese documento dedicado a la FP. “Apoyo a la FP. Se realizará un estudio sobre la situación actual y las necesidades futuras de la FP y, en particular, de la formación por el empleo. La prioridad es la de facilitar el acceso al trabajo y, al tiempo, atender, las demandas de las empresas. Para ello la formación habrá de adecuarse al mercado laboral. (…) Y mejorar la colaboración entre las empresas y el Servicio Público de Empleo”.
Agosto de 2020. Vamos a hacer otro estudio sobre la FP en Asturias. Sin palabras.
Perplejidad (III). Recogido del Deia (14-08-2020). “El Gobierno vasco ha dado un paso al frente y ha trasladado al presidente español, Pedro Sánchez, una lista con 50 proyectos que pueden ser financiados con la inyección de millones que ha puesto en marcha la Unión Europea en el contexto de la crisis del coronavirus. Según ha podido saber Deia, el lehendakari envió ayer este listado al Ejecutivo español tras un intenso trabajo en el que han estado implicadas diferentes consejerías para detectar y proponer proyectos vascos que consideran que encajan como un guante en las exigencias europeas. Iñigo Urkullu es quien coordina estos trabajos y quien ha unificado el planteamiento final enviado a Madrid”.
Noticia del 13-08-2020. El Principado pone en marcha una encuesta para que los ciudadanos y las empresas envíen ideas y proyectos para los fondos europeos.
Sin palabras otra vez.
Hace unos días escuché en una de las cadenas de televisión chinas que van invadiendo imparable y sigilosamente nuestras plataformas digitales que cuando uno se precipita a un abismo los metros finales son los decisivos, simplemente porque ya no hay marcha atrás. Los metros iniciales no deciden nada, simplemente te indican que has iniciado un viaje de no retorno. Entre unos y otros sólo cabe un estadio anterior abierto a la esperanza: asomarte al abismo, vencer la inercia, dar marcha atrás, pedir ayuda y volver a afrontar la vida seguramente desde una óptica distinta.
La economía de este país está asomada al abismo en este momento. A su incapacidad por remontar los efectos devastadores de la crisis de 2008 por el excesivo peso del turismo y la construcción en su modelo económico, se ha unido ahora una pandemia sanitaria que no solo golpea a España de una forma dramática, sino que amenaza con una crisis económica que puede provocar en los próximos meses una convulsión social de consecuencias imprevisibles.
Asturias, que ha sido puesta como ejemplo de cómo se viene gestionando la crisis sanitaria, se asoma ahora al abismo de la crisis económica y laboral en vista de que no somos capaces de que en Madrid se entiendan las especiales características de nuestra gran industria y la necesidad de medir los tiempos del cambio que va a experimentar el mundo como consecuencia de las nuevas exigencias, obligadas, para afrontar otro drama de una magnitud insospechada: el del cambio climático.
Desde la ingenuidad o simplemente desde la búsqueda de una salida a estos tiempos confusos, uno quisiera recordar a Eduardo Galeano cuando dice que “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
Avilés, 16 de agosto de 2020