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Expropiación

Al Gobierno no le queda otra salida ante el objetivo de Alcoa de cerrar su negocio y eliminar la competencia en España

La mala fe de Alcoa en España respecto a su intento de eliminar la competencia con el cierre de sus emplazamientos de Galicia (Lugo y La Coruña) y Asturias (Avilés) no la pone ya en duda prácticamente nadie que sepa de qué ha ido esto en los últimos años. La multinacional norteamericana se hizo con la antigua Inespal a precio de ganga, en una operación «ruinosa para el Estado español», se aprovechó de las ventajas de una tarifa eléctrica que figuraba en la letra pequeña de aquella privatización, dejó que las plantas de La Coruña y Avilés se fueran deteriorando ante la ausencia efectiva de inversiones modernizadoras de procesos y productos, y un buen día –cuando se le acabó la tarifa eléctrica de privilegio– decidió irse de España, en donde llegó a tener más de una docena de plantas con cuya venta hizo caja. A Alcoa hace tiempo que no le interesa mantenerse en España, desde que tuvo que afrontar una tarifa eléctrica claramente perjudicial para sus intereses. Aparte de ‘descubrir’ nuevos sectores más rentables y de mayor futuro, constató que le basta y le sobra con mantener el negocio del aluminio en sus emplazamientos de Noruega, Islandia y Arabia Saudita.

Esto se sabe desde hace años. Por eso, si hay algo que reprocharle a este Gobierno, que le ha tocado lidiar con una situación que ya se había gestado antes, es el no haber entendido que en la primera operación de venta de las plantas de La Coruña y Avilés tenía que haber frenado la maniobra de los directivos de Alcoa y haber aprovechado el resquicio que dejaron abierto en sus prisas por cerrar cuanto antes esa venta.

El Gobierno asistió como garante del proceso de venta y como observador de privilegio –el Principado y los ayuntamientos de la capital gallega, Avilés y Gozón estuvieron más como meros acompañantes del Ejecutivo central–, dejando que Alcoa fuera juez y parte en todo momento. Al final, la multinacional vendió rápidamente las dos plantas a un fondo (buitre, sin ninguna duda, como luego se demostró), desechando otras ofertas de grupos industriales. Se bendijo la opción de Parter Capital porque a todo el mundo, sobre todo al Gobierno, le interesaba en aquel momento presentar una solución rápida ante la respuesta airada de las poblaciones de La Coruña y Avilés ante un posible cierre.

Lo que nadie esperaba es que Parter firmara el 30 de julio de 2019 la compra de las dos plantas, dejara pasar el mes de vacaciones de agosto, y el tres de septiembre iniciara conversaciones para revender las dos fábricas a un grupo impresentable, dirigido (?) por gente relacionada con el mundo delictivo. Un fraude total: por si fuera poco, este llamado Grupo Riesgo ha empezado una caza de brujas sindical y en su absoluto desprecio por el mundo industrial ha comenzado a interesarse por las viviendas de la antigua Endasa, a ver si por ahí descubre también otra opción de ‘pelotazo’, en este caso urbanístico.

Reyes Maroto, Teresa Ribera, Sanjeev Gupta y Arnaud de Weert, en su reunión del jueves en Madrid. J. M. U.

Pero fue la propia Alcoa la que dio la voz de alarma y la que confesó poco más tarde que Parter había incumplido el contrato de compraventa. Y es ahí donde está la clave de todo este asunto que el Gobierno no supo aprovechar. Si Alcoa reconoce que se ha incumplido gravemente el contrato con Parter, ¿por qué no lo denunció en los tribunales? Sencillamente porque corría el riesgo de que un juez le diera la razón, pero a la vez obligara a la multinacional a dar marcha atrás en el proceso y le exigiera que se volviera a poner al mando de las dos instalaciones. Como quiera que Alcoa no hizo esa denuncia, es donde el Gobierno comete el error de no obligarla a hacerlo, y en caso de persistir en su negativa, acudir a los resortes que seguramente estaban en su mano y haber sido el propio Ministerio de Industria el que presentara esa denuncia. Si hubiese sucedido así, a lo mejor ahora no estaríamos hablando del cierre de la planta de Lugo anunciado el viernes.

La mala fe de la empresa ha vuelto a quedar patente en la negociación que ha mantenido para la venta del emplazamiento de San Ciprián. Pero en esta ocasión no lo ha hecho con un fondo (buitre), sino con un grupo industrial, el cuarto de Europa, que ha llegado a este país y a otros para invertir y crear riqueza en los sectores del acero, aluminio y energía. GFG Alliance y su división de aluminio Alvance Aluminium, por si hubiera alguna duda, lo volvió a ratificar el pasado jueves en una reunión mantenida en Madrid por su presidente ejecutivo, Sanjeev Gupta, con las ministras de Industria y de Transición Ecológica, Reyes Maroto y Teresa Ribera. En resumen: sigue el interés por San Ciprián, pero también por La Coruña y Avilés si se diera el caso, más una inversión de 1.000 millones en un proyecto de energía renovable para la industria electrointensiva española.

Mientras tanto, Alvance Aluminium, antes Liberty House, sigue su racha imparable de adquisiciones en los sectores comentados. La última, la compra de la planta de aluminio belga de Duffel, con 1.000 trabajadores en plantilla.

Y Alcoa por su parte presume a nivel internacional de sus inversiones en innovación, con la expansión de su línea ‘Sustana’ de aluminio y alúmina con bajo contenido en carbono. Ojalá hubiese empleado una parte de esos esfuerzos en invertir en sus plantas de Galicia y Asturias, que dejó caer en esa especie de obsolescencia controlada para lavarse las manos y largarse.
El Gobierno tiene ya suficientes datos encima de la mesa para proceder a salvaguardar los intereses de esas plantas, de sus territorios y de un sector estratégico como el aluminio. Expropiación es la palabra. Que no se preocupe el Gobierno, hasta el PP se lo está pidiendo. La petición, afortunadamente, es de Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, que va a contar con los apoyos, entre otros, del Gobierno del Principado y de los ayuntamientos afectados. Al día siguiente de esa expropiación, un nuevo actor industrial tomará el relevo y asegurará el futuro.

Y entonces será el momento esperado: adiós Alcoa, nada que agradecer.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 11 de octubre de 2020

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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