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José María Urbano

Dame buenas noticias

Un ‘virus’ que sí avisó

La UE ofrece soluciones para la industria en 2023, pero en Asturias será tarde para evitar cierres y ajustes de empleo.

Una pandemia como la que padecemos con el virus covid 19, de efectos tan devastadores prácticamente en todo el mundo, llega, te sorprende y te aniquila. Por mucho que hubiese habido avisos como el de Bill Gates hace unos años, en aquel famoso vídeo que hace meses dio la vuelta al mundo, nunca te imaginas que va a ocurrir algo como lo que estamos viendo minuto a minuto, en una carrera enloquecida en donde los muertos y el número de infectados se cuentan ya de una forma tan rutinaria que corremos el riesgo de perder la perspectiva de lo que supone el fallecimiento de una sola persona.

El impacto es brutal porque asistimos a algo nunca visto por el noventa por ciento de la población mundial, estimando que el otro diez por ciento vivió alguna de las guerras que también han asolado al mundo o los efectos directos de las mismas. Nadie estaba avisado de que podría pasarnos esto.

Estamos pues ante un ejemplo de lo ‘inevitable’, somos víctimas de un virus que a día de hoy nadie sabe cómo ha podido surgir y dónde, más allá de las especulaciones desde el primer momento. Y ante esto solo cabe esperar, como está sucediendo, que la ciencia, ayudada por las nuevas tecnologías, bata récords en poner a disposición de la humanidad una vacuna que acabe con esta pesadilla.

Sin que se pueda comparar una cosa con la otra, porque ahora ya entramos en el plano económico, no en el de la salud, asistimos en las últimas horas a la constatación de que en el mundo económico de poco sirven las advertencias fundadas y documentadas si al final quien tiene en su mano dar una respuesta adecuada a los problemas sigue sin hacerlo y sin entender que las consecuencias de la inacción o de los retrasos pueden provocar destrucción de empleo, más penurias para las personas y más empobrecimiento de los países. Y a partir de ahí sabemos también lo que está pasando, con el incremento de los nacionalismos y los extremismos, unidos por el mismo eslogan: que alguien solucione ‘mi’ problema.

Hace años que la lucha contra el cambio climático es una batalla desigual que penaliza desde el primer momento a los países que están intentando cumplir los acuerdos que han firmado una mayoría desde los tiempos ya casi lejanos del Protocolo de Kioto, al más reciente de los Acuerdos de París. Se da la paradoja de que un continente entero, Europa, es el ejemplo más claro del cumplidor sensato en el objetivo de eliminar las emisiones de CO2 a la atmósfera, y a la vez, el paradigma de la defensa de los derechos de los trabajadores, condiciones laborales, sueldos y amparo social.

Y de buenas a primeras, se comprueba que la industria europea comienza a tener graves problemas cuando el mercado se inunda de productos de terceros países que se permiten hacer una competencia brutal en cuanto a costes gracias a que no se ven obligados a afrontar las mismas condiciones que se han impuesto en Europa: ni compromiso climático, ni condiciones laborales, ni ningún tipo de soporte laboral o social. China como ejemplo.

Desde hace años, todas las empresas de la industria europea se han cansado de pedir amparo a las autoridades de la UE para que adopten una serie de medidas que impidan esa competencia desleal que amenaza con un proceso de deslocalizaciones y ajustes que va a costar miles o millones de puestos de trabajo, al margen de que ahora los efectos del covid 19 hayan agravado la situación de los mercados. Ha habido reuniones de empresarios y directivos con presidentes de diferentes gobiernos, comunicados conjuntos, movilización de todas las patronales, sindicatos…

Bobinas de acero en el puerto siderúrgico de ArcelorMittal en Avilés. Foto: R. González

Y la respuesta nos la acaba de dar la Comisión Europea. Se aprobará, por fin, ese ajuste en frontera que se ha pedido para los productos de terceros países (que deberán pagar un canon para igualar los costes de las empresas de este continente en cuestiones como el CO2 y otras). Nos anuncian a bombo y platillo, con la colaboración de algún europarlamentario conocido, que por fin el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo de la UE han aprobado un calendario vinculante para establecer ese ajuste a terceros países. Además se nos dice que «han agilizado el procedimiento». Y con la misma soltura nos anuncian que entrará en vigor ¡¡¡en 2023!!!

ArcelorMittal ya ha dado los suficientes avisos de que Asturias se puede quedar sin un horno alto y sin la acería y la sección de Largos de Gijón. De momento hoy mismo, no dentro de dos o tres años, está negociando sobre el futuro de 23 puestos de trabajo. Si se cumplen las peores expectativas, esta región se dispondrá a soportar «medio cierre» industrial sobre lo que ahora tenemos, tanto por las consecuencias internas en la siderúrgica como por el efecto dominó sobre toda la economía asturiana, incluidos los servicios.

Uno se harta, casi hasta se acompleja, de tener que estar repitiendo lo mismo desde hace años. Y de llamar la atención sobre un Gobierno que ha acelerado, sin que nadie le obligara a ello, un proceso de descarbonización absolutamente injusto desde el mismo momento en que, incluso recurriendo a anuncios que luego han resultado ser falsos, los cierres de sectores que utilizan combustibles fósiles no han tenido ningún tipo de correspondencia seria con nuevos proyectos que signifiquen empleo en calidad y cantidad.

Asistimos además en esta región en los últimos tiempos a una carrera de ocurrencias y propósitos futuros que en algunos casos provocan un cierto sonrojo.

Y mientras tanto, las manecillas del reloj siguen avanzando. Lo hacen en ArcelorMittal, en otras multinacionales industriales, en cementeras, en el transporte, en los puertos del Estado. Y lo hace en Alcoa, en donde ya queda menos, apenas siete meses, para que la planta de Avilés piense en echar el cierre tras una gestión que cada día se acerca más al abismo.

Nadie podrá decir que todo esto no estaba más que avisado.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 15 de noviembre de 2020

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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