Avilés vuelve a dar ejemplo para afrontar una situación que la supera como ciudad y que exige un compromiso general.
Poco a poco parece que vamos superando esa pesadilla que nos tiene presos desde hace ya prácticamente un año. Primero porque las medidas adoptadas por el Gobierno regional y las autoridades sanitarias, avaladas por los expertos que saben de esto, están dando resultados. Y segundo, porque es indudable que la vacunación de la población nos permite recuperar un cierto optimismo. A las cero horas de hoy Avilés ha dado un paso más hacia esa normalidad al poder ‘abrir fronteras’ tras un mes de ‘encierro’.
Un año del mayor desastre sanitario que hemos vivido todos a nivel global está dejando tantas huellas en cada ciudadano que no merece la pena seguir metidos en ese bucle infinito de estar dando vueltas a lo mismo permanentemente. Se impone, hasta por salud, mirar al frente. Nadie va a poder borrar los jirones que este virus ha dejado en cada persona, en cada familia, en cada negocio, en cada barrio, en cada población. Todos, de una u otra forma, vamos a salir malheridos, pero de poco va a servir instalarnos permanentemente en la melancolía. Todos sabemos lo que esta pasando y el comportamiento de unos y otros. Tenemos ojos. Tenemos memoria.
Avilés, con un Ayuntamiento que figura de la mitad de la tabla hacia abajo en cuanto a ingresos se refiere respecto a municipios en torno a los 80.000 habitantes –las grandes multinacionales pagan impuestos en otros ayuntamientos de la comarca– ha seguido siendo un ejemplo en cuanto a su capacidad de respuesta en el aspecto social, tratando de ayudar a las personas y colectivos que han quedado atrapados por las circunstancias de cada momento.
La pandemia sanitaria ha generado grados de preocupación, insatisfacción y hasta desesperación en muchas personas que han visto cómo de la noche a la mañana se les venía abajo todo su esquema vital. Y es comprensible esa desesperación y el cansancio general que nos invade a todos. Pero ello no debe ser óbice para reflexionar un poco sobre algunas cuestiones que son claves para tratar de centrar las cosas.
La pandemia del Covid-19 es global. Nadie, ningún país, estaba preparado para esto. Las decisiones de emergencia, de cierres, han sido de los Gobiernos centrales. Y a partir de ahí algunos ayuntamientos –el de Avilés desde el primer momento– ha tratado de ayudar con una serie de medidas que favorecieran a los negocios, y más concretamente a la hostelería. Incluso con una ayuda directa inicial de 400 euros que se pagó íntegramente en el mes de diciembre. (Salvo a un 27 por ciento de las peticiones por mantener deudas con Hacienda o la Seguridad Social). Ahora se prepara otra ayuda, más amplia y más abierta a otros sectores. Insisto: las decisiones de cierre no las marcan los ayuntamientos, sino los gobiernos regionales y el central.
En este tiempo hemos sido testigos de cómo la hostelería ha pedido ayuda, y la ha obtenido, pero ha pecado de un cierto egoísmo trasladando a la opinión pública la imagen de que la pandemia sólo les ha afectado a ellos. Y no es cierto. ¿Y los hoteles cerrados, sus trabajadores y sus empresarios? ¿Y el pequeño comercio de los centros comerciales, los gimnasios, las academias de enseñanza, las inmobiliarias, los periódicos, los kiosqueros, la gente de la cultura, los músicos, los actores, los promotores, los diseñadores, los publicistas, los fotógrafos de ceremonias, los taxistas, los proveedores de alimentos y bebidas, los peluqueros por efecto de los cierres perimetrales, lo mismo que las floristerías…? Eso sin entrar en las profundidades del sector de la hostelería respecto al cumplimiento de los derechos de sus trabajadores.
Fue curioso asistir a una casi agresión a la alcaldesa de Avilés por parte de un hostelero que quería, exigía, ‘dinero ya’. Le estampó en la cara una octavilla con esa reivindicación -¿las feministas estaban ocupadas ese día?- , como si la alcaldesa o la Corporación pudieran abrir el cajón y empezar a repartir billetes a los damnificados. O la de otra comerciante, que también ‘exigía’ que el Ayuntamiento se hiciera cargo del alquiler de su local o pidiera que se lo suspendieran o aplazaran.
El Ayuntamiento de Avilés acaba de aprobar un nuevo presupuesto –con un respaldo histórico gracias a Cambia Avilés y a Ciudadanos, lo que no deja de ser otro éxito de la concejala de Hacienda Raquel Ruiz, que vuelve a repetir el mismo logro–, que va a permitir mantener y ampliar esas ayudas, seguir siendo un ayuntamiento de referencia nacional en políticas de atención social, como desde hace años, y por otro lado, apostar por unas políticas de inversión que ayuden a recomponer en la medida de sus posibilidades las economías particulares y los proyectos que han de beneficiar a todo el conjunto de la sociedad.
A ese objetivo debe llamarse a la sociedad en general, a la creación de esas sinergias que suman de forma exponencial los esfuerzos individuales. Es mucho lo que se ha perdido, así que el esfuerzo tiene que ser también extraordinario. La burocracia, los plazos de la Administración, la ausencia de una normativa general sobre cantidad de asuntos seguirán jugando en contra, pero esta ciudad, esta comarca en general, supo hacer frente en el pasado a muchas adversidades y superarlas. Y así debería suceder ahora, una vez más, sabiendo que los efectos de la pandemia siguen ahí, en absoluto han sido superados, y que de la responsabilidad individual, la de cada uno, va a depender que también salgamos de esta pesadilla.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 28 de febrero de 2021