Una vez más, la comparación con Francia y Alemania refleja los errores de la política española
Hace tres años, exactamente el 18 de octubre de 2018, firmé en estas mismas páginas un artículo de opinión que llevaba por título «Alcoa y el lobo», apelando a la fábula de Esopo para tratar de demostrar con profusión de datos que el destino de Alcoa venía escribiéndose desde bastantes años atrás y nadie hizo caso. Alcoa hoy es una empresa cerrada –316 trabajadores en Avilés, 369 en Coruña– y todo el mundo sabe, salvo los ofuscados y algún político, que el negocio del aluminio de la planta de San Balandrán nunca va a volver en las condiciones que tenía hasta que un grupo supuestamente mafioso se hizo con su propiedad.
Asturiana de Zinc acaba de hacer un anuncio muy grave a mi modo de ver: dejará de producir en su planta de San Juan de Nieva en las horas en las que el precio de la electricidad alcance los picos más altos. Estamos ante la decisión de una multinacional que no es una más, al estilo de la Alcoa del «coge el dinero –la subvención ventajosa de su tarifa eléctrica durante años–, y corre», sino ante una empresa diferente en casi todos los aspectos.
La planta de San Juan de Nieva es una de las líderes mundiales en capacidad de producción de zinc y su propietaria, la suiza Glencore, es a la vez uno de los mayores conglomerados del ‘trading’ mundial. Es decir, el negocio de la producción del zinc en Europa está ubicado principalmente en Asturias, no compite con nadie. Aquí se trata simplemente de si el negocio funciona, de si es rentable o no.
Aunque en esta región determinada clase política y sindical, incluso con poder ejecutivo, ya ha demostrado que conoce poco la realidad industrial y empresarial ‘completa’ de Asturias, convendrá recordar con números el significado de Asturiana de Zinc para Avilés y comarca, para Asturias y para España, con datos a 31 de diciembre de 2020 para concretar.
Aquí están. Cifra de negocio, 639,44 millones de euros; resultado de explotación, 43,67 millones; producción de zinc vendible (récord), 510.510 toneladas; producción de ácido sulfúrico, 681.433 toneladas; óxido de zinc, 11.544 toneladas; número de empleados, 975 directos; remuneración media de los empleados, 51.588 euros anuales; movimiento de jarofix (residuos) en camiones a la cantera del Estrellín (Avilés), 139.791 toneladas; y depósito de jarofix a la Balsa III de San Juan, otras 543.208 toneladas; importación de concentrados de zinc por el puerto de Avilés, 958.600 toneladas; consumo de energía eléctrica (KWh): 2.053.994.613. Última inversión en electrólisis: 100 millones de euros.
Hay muchos más datos: Mefasa, AdZ Tecnología, patentes propias que se utilizan en todo el mundo; pago de impuestos en Castrillón; atención social en toda la comarca y fuera de ella… Suficiente para sacar conclusiones.
Ahora asistimos a una crisis del precio de la energía a nivel global que afecta sobre todo a la Unión Europea. Por resumir: la explosión de la actividad económica mundial tras el parón de la covid-19 ha hecho que el precio del gas se haya disparado –sin olvidar los movimientos geoestratégicos de Rusia, por ejemplo–, escasez de materias primas y componentes; precio disparado de los derechos de emisión del CO2 para las empresas; o una inflación que va camino de desbocarse. Una especie de tormenta perfecta en la que China suma su propia desaceleración económica, con episodios tan importantes como la posible quiebra de la promotora inmobiliaria Evergrande, casi su Lehman Brothers particular.
La UE como disculpa
En España, la crisis energética que venimos padeciendo desde hace años se multiplica ahora, aunque lo de la Unión Europea es una buena disculpa de este Gobierno para diluir su propia responsabilidad. (Ojo, el problema del coste de la electricidad viene de lejos en este país, en donde no se salva ningún Gobierno). Pero ahora, una vez más queremos compararnos con Francia (energía nuclear) y Alemania (nuevas centrales térmicas) y eso solo conduce a reafirmar una vez más la errática política española elegida para la descarbonización, presidida por unas prisas no solicitadas por nadie, en un intento de ser los ‘campeones’ globales en la lucha contra el cambio climático. El cierre de las centrales térmicas es un buen ejemplo de esa precipitación que ahora pagamos caro y que amenaza con una ‘bomba social’ que puede ir en aumento a medida que vayamos avanzando hacia el invierno, en donde el consumo eléctrico se multiplicará por razones obvias, lo mismo que la factura de la luz doméstica e industrial.
Asturiana de Zinc no ha hecho un anuncio «en caliente». Lleva tres años avisando de que el precio de la energía es insostenible para su producción, lo mismo que dijo ArcelorMittal ante un Gobierno central que dio la espalda con sus decisiones a la gran industria de este país. El mismo Gobierno que nos presentó el estatuto de las electrointensivas como el bálsamo de Fierabrás, pero la única realidad es que llegó tarde, mal y nunca para algunos.
El Ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera aprobaba el mes pasado un «recorte» de 2.600 millones de euros a las grandes eléctricas y nucleares, en otro intento a modo del ‘boxeador noqueado’, que ha podido llevarse por delante la seguridad jurídica que ampara a las empresas en un Estado democrático. Veremos las consecuencias, seguro.
Un solo ejemplo por si le sirve de algo al Gobierno de Madrid y al de Asturias. Hace quince días, una gran compañía eléctrica envió una carta a una empresa puntera de Avilés –no una de las grandes multinacionales– para anunciarle que su contrato anual pasa automáticamente de dos millones de euros a cuatro. ¿Quién paga todas estas juergas? Los de siempre. Porque, cuando el efecto cascada se ponga en marcha, el que va a sufrir las consecuencias es el trabajador que vaya a la cola del paro porque su empresa ha cerrado o se ha ido a climas más apacibles. Otro aviso para Asturias: ojo al efecto llamada de Portugal, con un régimen fiscal que está atrayendo ya a empresas y particulares.
Asturiana de Zinc lleva avisando hace tiempo que el lobo se acerca. Vamos a ver si lo de esta semana es un simple anuncio sin mayores consecuencias o nos recuerda el drama de Alcoa, ese lobo que apareció con hechos consumados y con los resultados conocidos. (Continuará. Seguro).
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 3 de octubre de 2021.