Director de AsturiasInnova+

Microsoft salió esta semana de compras y por algo más de 60.000 millones de euros se llevó a sus cuarteles al poderoso reproductor de videojuegos Activision Blizzard, que produce éxitos de entretenimiento como Call of Duty, World of Warcraft, Overwatch, Diablo y Candy Crush, con dos objetivos claros: hacer valer su videoconsola XBox frente a la competencia de Sony con PlayStation, y situarse en el nuevo mundo virtual del metaverso en donde Facebook parece llevar ventaja. Microsoft tiene en caja una reserva en efectivo de 130.000 millones de dólares, así que, como diría un asturiano, ¡será por perres!

Mientras daba cuenta de mis rizos, José Manuel Pérez Miranda, mi peluquero, me comentaba esta semana lo difícil que es educar a un adolescente como su hijo, no por no intentarlo todo –infundir valores, práctica de deportes, la cultura–, sino por la influencia exterior de una sociedad tecnológica que –redes sociales incluidas– está produciendo paradójicamente una mayor sensación de soledad entre muchas personas, especialmente entre la generación K (18-24 años), como acaba de explicar la intelectual británica Noreena Hertz en la revista Telos, de la Fundación Telefónica. Traté de decirle que la solución pasa por un remedio infalible: educación, educación y educación. Y además desde el seno de la familia, no dejando que los maestros asuman en solitario la responsabilidad de enseñar y educar. Como discurso, pensé que era impecable, mientras José Manuel meneaba la cabeza e insistía en la influencia del entorno.

Sin buscarlo, me llega que Kiko Rivera ‘Paquirrín’ es un dj reconocido, que puede cobrar entre tres mil y seis mil euros por un bolo de dos horas –¡si esto lo está leyendo un científico, que no se deprima por favor!–, y que acaba de sacar nuevo disco con el título de ‘Tuboescape’. No se pierdan la letra: «Maletero, tubo escape… ¡puerta, puerta! Pon la mano aquí». Brutal.

Entre el Candy Crush, el metaverso y el ‘Tuboescape’ de Paquirrín, ya he decidido que la próxima vez que vuelva a cortarme los rizos le propondré a José Manuel que hablemos del tiempo. Yo me rindo.