El San Agustín tiene una buena oportunidad para que el centro se convierta en una de las señas de identidad de la ciudad
Hace unos pocos años participaba semanalmente en la tertulia que sigue coordinando Juan Neira en Canal 10 –la televisión del Grupo EL COMERCIO al que pertenece este periódico– y en más de una ocasión tocó hablar de la sanidad pública de este país. Recuerdo la cara de cierto asombro de mis compañeros de mesa cuando yo aseguraba, y lo dije en más de una ocasión, que el Hospital San Agustín, tras su última ampliación de consultas externas, parecía la recepción de un moderno hotel de no pocas estrellas, tanto por su absoluta modernidad como por su funcionamiento. Y en un plano más general, invitaba a quien lo deseara a establecer una simple comparación con un hospital de referencia de Madrid, el ‘12 de Octubre’, por ejemplo, que en aquel momento, y por circunstancias que no vienen al caso, me tocó conocer de cerca.
Cavadas y Matesanz, el jueves en el Niemeyer con Ruth Arias en los actos del San Agustín. Foto: Marieta
Esta semana el Hospital San Agustín ha celebrado los actos centrales del programa diseñado para conmemorar su 40 aniversario, lo que sin duda ha servido para corregir lo que para mí ha sido uno de los grandes déficits del centro hospitalario en todo este tiempo: abrirse a la sociedad avilesina y hacerla partícipe de una de sus principales señas de identidad. Una carencia que seguramente tiene poco que ver con el propio centro y más con esa sensación, triste sensación, de que la sanidad en este país, como es gratuita, la tenemos ahí aparcada, en ese cajón de sastre a donde van a parar todas las cosas a las que no damos mayor valor porque las tenemos aseguradas. Todos, de una forma u otra, estamos ligados al Hospital San Agustín, ese centro en el que nos van a atender cada vez que tengamos una urgencia médica. Por eso es necesario hacer una labor de pedagogía para conseguir que el hospital se convierta de verdad en ese símbolo del que todos nos sintamos orgullosos.
Empecemos con la pedagogía. El Hospital San Agustín y el Área Sanitaria III de la que es centro de cabecera, es la principal empresa de Avilés y comarca –si se exceptúa ArcelorMittal–, al dar empleo a 1.508 trabajadores (2.012 si hablamos del área sanitaria), de los que bastantes más del doble son empleados cualificados (321 facultativos, 424 enfermeros). Con un coste de personal que supera los 90 millones de euros y unos gastos en bienes corrientes y servicios que se acercan a los 34 millones (sólo en farmacia se gastan 21,2 millones de euros), el hospital ofrece más de 400 camas y cumple su triple vertiente: asistencial, docente e investigadora. El reciente acuerdo con la Universidad de Oviedo permite al San Agustín impartir formación de grado universitario de ciencias de salud y realizar investigación médica, aunque hay que recordar que ya existían, como centro asociado, los estudios de especialización para estudiantes de enfermería en quirófano, hemodiálisis o UVI.
Quizás sin pretenderlo en sus orígenes, el Hospital San Agustín y el Área Sanitaria III ejercen además como uno de los principales catalizadores de la comarca de Avilés, esa en la que siguen creyendo con hechos sindicatos como UGT y CC OO o entidades como la Cámara de Comercio o la Unión de Comerciantes y que sólo la ceguera y el aldeanismo político se encargan cada día de alejarla un poco más de lo que los ciudadanos ya hace tiempo que tenemos asumido como algo natural.
Y finalmente, el Hospital San Agustín colabora de forma relevante a mejorar, asistencialmente hablando, un sistema que según el último barómetro sanitario estatal ha alcanzado en el conjunto del Principado un grado de satisfacción –entre bien o muy bien– del 83 por ciento. (Por si los amantes del desastre permanente lo ignoran –léase HUCA o los promotores de la comisión de investigación de las listas de espera–, el servicio de salud de este país está considerado el séptimo mejor del mundo, según la Organización Mundial de la Salud, el tercero tras Francia e Italia si se considera sólo a los grandes países. Un sistema universal, de libre acceso y gratuito).
En definitiva, los 40 años del Hospital San Agustín deberían servir como punto de inflexión para que su actividad sanitaria diaria, sus avances, su labor docente e investigadora, y su ‘valor’ económico y laboral, sirvieran, además de por su extraordinario valor per se, para que se convirtiera en uno de los referentes de una ciudad y una comarca que estuvieran realmente orgullosas de «su» hospital y de «su» infraestructura sanitaria en un área en donde 2.012 personas velan por nuestra salud.
Niemeyer y hostelería
Esta semana la Fundación Niemeyer ha aprobado la adjudicación de la gestión de la cafetería del centro, en una decisión que ha tenido de todo menos transparencia, que se supone iba a ser el antídoto para atajar las maneras de la anterior gestión. Nada nuevo. Es poco lo que se sabe del Patronato, de su comité ejecutivo, de sus decisiones. Simplemente se informa poco o no se informa. La cafetería del Centro Niemeyer, que fue diseñada personalmente por Óscar Niemeyer, incluido su mobiliario y el color del mismo –aunque algún insigne ciudadano la calificara en su día de simple hangar–, ha asistido a tantas aberraciones que casi se ha olvidado que estamos hablando, a los que les guste y a los que no, de un centro cultural internacional, no de una cantina.
Respecto a su programación, es justo reconocer que empieza a haber algún detalle esperanzador. El concierto del sábado de la pasada semana de Silvia Pérez Cruz es digno de Natalio Grueso, de aquella famosa agenda que según algunos no existía y sólo era cuestión de dinero, como si viéramos a Kevin Spacey o a Yo Yo Ma tomar café todos los días por alguna capital española. Si fuera por dinero… Por cierto, Natalio Grueso presentó el miércoles en Casa América, en Madrid, su última novela ‘La suerte de los dados’, arropado por Luis Eduardo Aute y Juan Cruz. Me suena que entre sus páginas se va a encontrar algún personaje cercano reconocible. Hoy mismo, a las 13 horas, en La 2 de TVE, Fernando Sánchez Dragó lo llevará a su programa ‘Libros con Uasabí’. Para hablar del libro.
Y la semana acaba con noticias que hablan de ideas de gente casi anónima que le ofrecen a esta ciudad un buen número de actividades que, por muy poco dinero, le dan la posibilidad de convertirse en referencia, mundial incluso, y de ‘poner a vivir’ a todo un sector servicios. El festival de cortos, el salón del Manga el Celsius más adelante, o el campeonato del mundo de Duatlon nos hablan de la inquietud de gente joven de Avilés que, a poco que se les apoye, son capaces de revolucionar el actual status quo del ocio y de la cultura. El día que este Ayuntamiento –sin necesidad de dinero– entienda también lo que significa el fútbol para una ciudad –vean el vídeo de Gijón con la permanencia del Sporting–, ese día habremos encontrado definitivamente otras formas de crear riqueza y bienestar.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 22 de mayo de 2016