Víctor Solla vuelve a Avilés tras ejercer los últimos cuatro años como director general de Innovación en Málaga
En 1984, hace por lo tanto cuarenta años, una decisión política hizo que el Ayuntamiento de Avilés planteara una apuesta clara por iniciar una revolución tecnológica para su funcionamiento interno, que posteriormente iba a tener su reflejo en la propia ciudad con la puesta en marcha de una red wifi pública. Una red net supermoderna que no existía prácticamente en nuestro país y que se convirtió en una referencia para muchos ayuntamientos que se interesaron y copiaron el modelo. El reciente premio concedido por AsturiasInnova+ –el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología de este periódico– al Ayuntamiento de Avilés en el apartado de ‘trayectoria’ no fue una casualidad, aunque en el resto de Asturias haya que seguir explicando las cosas de esta ciudad, normalmente silenciadas y desconocidas. Bien es cierto que a base de ‘picar piedra’, algunas cuestiones van cambiando.
Al frente de aquella nueva etapa figuró un técnico cualificado, con el ímpetu de su juventud y de su conocimiento: Víctor Solla. Él y su equipo consiguieron implantar los conceptos modernos de virtualización para aplicarlos a los puestos de trabajo, consiguiendo un ahorro considerable en tecnología. La administración electrónica permitió años más tarde, por ejemplo, que en la pandemia del Covid 19 prácticamente toda la plantilla municipal pudiera trabajar desde casa sin ningún tipo de problema.
El trabajo realizado aquí no iba a pasar desapercibido y el Principado se llevó a este ingeniero informático para ocupar el cargo de director general de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) durante nueve años, para posteriormente ganar una convocatoria pública y convertirse nada menos que en el director general de Innovación y Digitalización Urbana, dependiente del Ayuntamiento de Málaga, en donde ha permanecido durante cuatro años. Solla inauguró este nuevo cargo que el ayuntamiento andaluz decidió crear como hilo conductor para digitalizar transversalmente una administración que cuenta, solo en organismos autónomos dependientes de ella, con cuatro mil empleados. Con un Centro Municipal de Informática que daba empleo a ciento veinte trabajadores y que ya se había quedado obsoleto, se consiguió en esos cuatro años, bajo la dirección de Víctor Solla, instaurar un nuevo modelo que tiene ya las grandes líneas cubiertas.
El mismo día de la entrega de los Premios AsturiasInnova+, el pasado 19 de septiembre, hablando con el concejal de Promoción Económica, Manuel Campa, supimos que Víctor Solla había vuelto al Ayuntamiento de Avilés para afrontar los retos de la nueva era: la implantación de cuestiones como la inteligencia artificial, el ‘machine learning’ o el big data. La segunda parte de aquella historia que se inició en 1984. Y la casualidad quiso que en esas fechas, y después de años sin vernos, coincidiéramos los dos en el aeropuerto para tomar el mismo vuelo a Málaga. Un viaje, en mi caso, para descubrir el espectacular cambio dado por una ciudad que se ha convertido hoy en una referencia mundial, el centro neurálgico al que siguen acudiendo las grandes tecnológicas y los proyectos más disruptivos para formar parte de un universo de innovación, nuevas tecnologías y atracción de talento que todo el mundo quiere imitar.
Los dos últimos datos sirven de ejemplo. Este martes pasado, se oficializó el proyecto del IMEC, instituto de referencia mundial en investigación y desarrollo de microchips (semiconductores), para construir su nuevo centro investigador, que será el segundo de esta institución en Europa. Parcela de 50.000 metros cuadrados; inversión de cientos de millones de euros y la creación de unos 450 empleos altamente cualificados para contar con uno de los grandes centros mundiales de diseño de microchips. El IMEC tiene su sede central en Lovaina (Bélgica) y cuenta con más de 5.000 investigadores de 95 países y más de seiscientos socios industriales. El proyecto de Málaga cuenta con el respaldo expreso del Gobierno de Pedro Sánchez.
Segundo hito de hace unos días. Accenture, empresa multinacional de consultoría estratégica, servicios tecnológicos y externalización situará en Málaga uno de sus grandes centros mundiales de inteligencia artificial, en colaboración con Nvidia, líder mundial en computación de inteligencia artificial, la empresa más valiosa del mundo, valorada en 3,33 billones de dólares, equivalente a dos veces el PIB de España.
Claves de esta Málaga sorprendente, según el resumen de Víctor Solla tras su experiencia de cuatro años en un puesto de primer nivel. 1. Recoge la cosecha del concepto de ciudad puesto en marcha hace veinte años por el alcalde Francisco de la Torre (PP). 2. Parque Tecnológico de Málaga sobre el que gira todo, bajo la extraordinaria dirección de Felipe Romera. 3. La suma y colaboración sin fisuras de la Administración, más la iniciativa empresarial en el Parque Tecnológico, más la Universidad. Cada proyecto, cada iniciativa, la hacen suya las tres. 4. Ambición. «Hay que creerse que Málaga es una gran ciudad». 5. Paciencia. «A veces el riesgo no tiene siempre éxito». 6. «Y todo lo demás». Comunicaciones, aeropuerto, AVE Sevilla-Madrid, clima, «La Curtidora a la máxima potencia», como polo de innovación audiovisual, otro referente mundial; recuperación de barrios como el Soho, hoy paradigma de la modernidad; el puerto (recuerda al Maremagnum de Barcelona 92), la ciudad de los museos, Antonio Banderas, la gastronomía. Y problemas: la vivienda, los efectos de la gentrificación, la masificación turística, la protesta ciudadana por proyectos urbanísticos al lado de la costa, como el último hotel de cinco estrellas gran lujo planteado en el puerto con fondos de la familia real qatarí… Málaga, una historia de éxito que ya se estudia en todas las universidades del mundo,
Víctor Solla inicia ahora una nueva etapa en el mismo ayuntamiento en el que inició sus pasos para afrontar los retos de una nueva era, contando con su experiencia en el Principado y sobre todos sus últimos cuatro años en el universo de Málaga, convertida en un reclamo universal para inversiones de todo tipo y de una forma de hacer.
A nuestra escala –hay que insistir en ello para que nadie vea en estas líneas un intento de hacer comparaciones imposibles–, Avilés ha vivido esta semana una serie de acontecimientos que invitan a pensar que el camino iniciado hace cuarenta años sigue dando sus frutos. Una buena semana para insistir en ese ‘Modelo Avilés’ en el que hay que seguir profundizando.
La gran industria, de la mano de la innovación, celebró esta semana el 35 aniversario de Asturfeito y el 50 de Aleastur, dos empresas punteras a nivel internacional, que en el segundo caso acaba de abrir un nuevo centro de I+D+i en sus instalaciones de Maqua. Nueve centros de este tipo suma ya Avilés. Dos empresas que hablan de modernización, de nuevas inversiones y de un incremento del empleo. Ese mismo día el Consejo de Gobierno del Principado celebraba su reunión semanal en el Centro Niemeyer. Buena imagen. Y el Teatro Palacio Valdés era galardonado con la medalla de oro de la Academia de las Artes Escénicas. Una forma de reconocer un trabajo excelente –habrá que centrar en Antonio Ripoll la labor de todo un equipo técnico y político–, como uno de los teatros españoles de referencia. Y también el viernes, ese mismo escenario nos ofrecía un inmenso concierto tributo a Fleetwood Mac que puso a todo el coliseo en pie a ritmo de rock, una oportunidad que solo han tenido menos de media docena de ciudades españolas.
Fue, sin duda, una semana para creer y para seguir avanzando en las estrategias de esta ciudad.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 6 de octubre de 2024