La lamentable iluminación navideña de Avilés se suma a otra serie de errores que llevan al ciudadano al hartazgo
Hay una doble acepción de la frase «¿A mí qué me cuentas?» que tiene mucho que ver con el contexto en el que se dice. En el primero de los casos, soltada a bote pronto, denota por parte del que la pronuncia un egoísmo monumental hacia su interlocutor. Le importa todo un bledo, viene a decir. En el segundo ya entran los matices temporales, por ejemplo. Denota cansancio por la repetición de hechos negativos o censurables, que es lo que hace explotar ese «¿A mí qué me cuentas?».
Quedémonos con este segundo significado para tratar de hacer una aproximación a una serie de hechos que se vienen sucediendo en esta ciudad, que lo único que provocan ya es el hartazgo del ciudadano. Ya no valen disculpas. Es una forma de expresar el desagrado antelas cosas mal hechas y ante las disculpas habituales.
Vayamos al grano directamente. La iluminación de Navidad de Avilés 2024 es lamentable, se mire como se mire. Bueno, en realidad hay que mirar mucho para ver algo. Hace tres años que la UCAYC dejó de organizar esa iluminación en el casco histórico de la ciudad, de la que se encargó durante cuarenta años. En los últimos tiempos había sufrido hasta el acoso de partidos como el PP y de alguna voz pseudo representativa del comercio y hostelería, que ahora la echan en falta. El Ayuntamiento tomó las riendas directamente para llegar a la imagen de esta edición, que se puede resumir en el «tarde, mal y nunca». Y no hay disculpas, estamos ante algo que viene marcado en el calendario, por lo que los procesos de contratación, las tramitaciones administrativas, la dotación económica y todas esas cosas que conllevan la organización de cualquier actividad como ésta corren por cuenta exclusivamente de los responsables políticos, en este caso de la titular de Festejos del equipo de gobierno municipal. Hacen bien en quejarse desde los barrios, porque si se entiende que es el Ayuntamiento el que se encarga de esta cuestión, lo lógico es atender a todo el mundo. Pero no es menos cierto que la iluminación navideña se ha convertido en una inversión que actúa como polo de atracción de la ciudadanía hacia la zona más comercial, monumental y turística de las ciudades, de la que se beneficia el comercio y la hostelería y el propio ciudadano, que ve en el ambiente que se genera en las calles hasta un bálsamo para recuperar la sonrisa y hasta la moral en algunos casos.
Calles emblemáticas del casco histórico sin iluminar, motivos repetidos de años anteriores, como ‘descargados’ directamente del camión, ausencia total de iluminación de los edificios que son patrimonio de esta ciudad, que tendrían que estar iluminados a diario durante todas estas fiestas; un Centro Niemeyer totalmente a oscuras (hasta esa torre absolutamente desaprovechada, cerrada el viernes noche, en pleno puente). Por no hablar de la falta de iluminación de la Arteria del Puerto y de la rotonda de entrada y salida al Centro Niemeyer, un punto peligroso para el tráfico, denunciado en estas páginas desde hace meses… Por todo eso y más –¡la pista de patinaje sobre hielo estará disponible el día 20!– no puede venir la concejala a poner disculpas. No las hay. Es una cuestión de gestión, de trabajo y de dedicarle horas a un cargo al que se presentó voluntariamente y por el que cobra. Y no es su primer tropiezo, ni mucho menos. Hoy, la ciudad entera, se lo está diciendo: «¿A mí qué me cuentas?».
La misma frase que sin dudase podría utilizar cuando en este periódico se lee que las nóminas de la Policía Local del mes de diciembre no van a recoger los ‘extras’ de noviembre, sino que se pagarán en enero por «sobrecarga del área de nóminas de Recursos Humanos» como consecuencia “de un proceso extraordinario de estabilización obligado por la ley». El ciudadano ni sabe, ni quiere saberlo, es más, le importa nada eso de la estabilización. Exactamente igual que los problemas para la adjudicación de las treinta viviendas de alquiler de La Luz, que obligarán a una modificación de las bases. ¿Cuántos años hace que se está hablando del proyecto de las antiguas viviendas de los maestros de La Luz y siguen siendo incapaces de sacarlo adelante?
La misma sensación cuando se lee también en estas mismas páginas que el presupuesto regional supone, respecto al del año anterior, una bajada del 41por ciento para Castrillón, el séptimo concejo de Asturias. Y, sea cierto o no, la primera sospecha del ciudadano –que es alo que le han acostumbrado– es que una vez más el sectarismo puede con todo y ahora hemos pasado del concejo ‘mimado’ todos estos años atrás con un gobierno municipal PSOE-IU, a otro ‘castigado’ porque el alcalde y su equipo es del PP. Por cierto, un alcalde, Eloy Alonso Prieto, que desde que llegó a su puesto ha dado muestras más que sobradas de sensatez, pasando por alto invitaciones que tuvo en su día, incluso de su propio partido, de ‘tirarse al monte’ con el asunto de Saint-Gobain. No solo no lo hizo, proclamando que lo importante era salvar la empresa, sino que restó importancia alv acío que le hicieron al no invitarle a una reunión con el ministro de Industria para tratar del asunto del cierre de Sekurit, al que sí asistieron el presidente del Principado y la alcaldesa de Avilés. El mismo alcalde que volvió a ser ninguneado el pasado día 15 de noviembre, al no ser invitado a un acto organizado por la Asociación de Vecinos de Santa María del Mar en la Mina de Arnao con motivo de la visita de Adrián Barbón, con la ‘disculpa’ de que era una visita privada. Al sectarismo le vale todo: ese mismo día, una nota oficial enviada desde Oviedo daba cuenta de que el «Presidente del Principado visita el Museo y la Mina de Arnau», nota acompañada de ¡10 fotografías!¡Visita privada!
A nadie le va a sorprender que cada día se vaya a extender más el «¿A mí que me cuentas?». Se lo ganan a pulso.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 8 de diciembre de 2024