Los primeros pasos sobre el horno eléctrico de ArcelorMittal en Avilés van en la buena dirección para asegurar el futuro
Mientras se tambalean los cimientos del sistema geopolítico y económico que regía hasta ahora el orden mundial tras la llegada a la Casa Blanca de esa anomalía llamada Trump, no hay día ni hora en la que no se intenten miles de análisis y proyecciones de futuro sobre la economía y el mundo en general. La vuelta al proteccionismo más salvaje, la politización de las instituciones y la negación de los efectos del cambio climáticos para el planeta, con lo que eso conlleva, nos sitúa a todos ante un futuro en el que se hace casi imposible vaticinar por dónde van a ir las cosas tan a corto plazo que las predicciones de hoy pueden saltar por los aires en el desayuno de mañana. Y por si fuera poco, señalemos la constatación de la ‘rendición’ de la Unión Europea frente al proteccionismo estadounidense, que podría debilitar no solo su tejido económico, sino también su identidad como bloque político en cuanto cada país aplique ese «sálvese quien pueda» que acabe por llevarnos a una fragmentación no solo política, sino también económica, social y cultural.
En este mundo atónito –para qué hablar del genocidio en Gaza a ojos de todo el mundo sin que pase nada– se puede dar la paradoja de que mientras todos los países están temblando por los aranceles y otras medidas, las bolsas americanas y europeas baten récords, lo mismo que los beneficios empresariales y financieros. Algo que solo se explica por ese sedante colectivo que supone que de momento se mantenga el empleo, los precios sigan más o menos estables y no haya ‘daños mayores’ para las economías domésticas más allá de las conocidas.
Con este panorama, llegaba esta semana la buena noticia para Asturias y para Avilés de que ArcelorMittal ha presentado la solicitud para la modificación de la autorización ambiental de la acería LD III, con la vista puesta en un horno eléctrico que incluso duplique la capacidad del que se construye ya en este momento en Gijón. De esta forma, se conseguiría el gran objetivo de mantener la producción actual en Asturias, incluso superándola. En claro: asegurar el negocio.
La presentación de esa solicitud no supone, ni mucho menos, que la dirección de ArcelorMittal, sus propietarios, hayan aprobado ya el proyecto de ese nuevo horno eléctrico en Avilés. En su sede de Luxemburgo se sigue pensando que no se dan las condiciones en la Unión Europea para apostar por nuevas inversiones en vista de los problemas ya conocidos, siendo su apuesta la de poner los ojos en otros países económicamente más favorables, sobre todo en América Latina y Asia.
A partir de esa idea general, algo sí está cambiando pese a la incertidumbre actual, lo que puede ir matizando poco a poco lo que en este momento parecen fuertes convicciones sobre la debilidad del negocio del acero europeo. Esa solicitud ambiental para un hipotético y futuro horno eléctrico en Avilés se sostiene en algunos detalles que merece la pena apuntar.
El primero, que la dirección de ArcelorMittal en España está empujando fuerte para que ese proyecto del horno se lleve a cabo, algo en lo que coincide la representación sindical aquí y en Luxemburgo. En el caso de Asturias se sabe que existe en este momento un alineamiento total del Ministerio de Industria y Gobierno del Principado –con el lógico apoyo del Ayuntamiento de Avilés– para acompañar a la dirección española de la multinacional en ese planteamiento. Primer logro: que la dirección de los Mittal hayan dado el visto bueno, posiblemente a regañadientes, para que se haya presentado esa solicitud medioambiental y además venga ya acompañada del proyecto futuro.
Segundo, con unos aranceles disparados en el caso del acero y el aluminio (del 50 por ciento), habrá que esperar las consecuencias del ‘no acuerdo’ de países muy importantes para ArcelorMittal como son India y Brasil, condenados también por las decisiones de Trump y con pocas vías de solución. Brasil le ha hecho frente abiertamente, India se lo piensa, aunque nadie debería obviar que estamos hablando del país más poblado del mundo, con lo que eso puede suponer y como ya nos demostró en su día China con su imparable desarrollo.
Tercero. El planteamiento del proyecto de acero verde presentado en su día por ArcelorMittal para España, en el que cobraba una especial relevancia la Acería Compacta de Bizkaia (ACB), a la que se le otorgaba una producción de un millón de toneladas, con un techo de hasta 1,6 millones, y que perjudicaba al emplazamiento de Asturias, no parece que se pueda sostener. La capacidad real actual y futura de esa ACB parece estar lejos de poder cumplir ese objetivo por razones técnicas, de ahí que el horno eléctrico de Avilés empiece a cobrar más sentido.
Cuarto. Los números de ArcelorMittal en Asturias son muy buenos, lo que juega a favor de los argumentos de la dirección y de las administraciones para que se apruebe el horno de Avilés. Y algo deben saber de esto en Luxemburgo cuando el único horno eléctrico de los proyectados en Europa que está en construcción es el de Gijón.
Quinto. Proyectos como éste cuentan con el apoyo de la UE. Y en algún momento Europa tendrá que plantarse para defender de una vez su soberanía política e industrial.
En tiempos de incertidumbre como los actuales no queda otra que conservar lo que tenemos, de lo que depende una gran actividad industrial y empleo, y a la vez seguir dando pasos y estar preparados para cuando el panorama empiece a cambiar. Lo del horno eléctrico de Avilés puede ser un ejemplo. Y de eso va la resistencia.
(En la fotografía, imagen de la acería LD III de Avilés en plena producción. E. C.)
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 10 de agosto de 2025