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José María Urbano

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Integración sin carné

Hace 60 años nació el Club Juvenil de La Luz, un modelo de convivencia que hoy interpela a quienes levantan fronteras

Esta es una historia modélica de integración que debe estallar en los despachos en donde alguno sugiere un ‘carné por puntos’ para clasificar a los seres humanos: blancos, si es posible, y que hablen ‘nuestro’ idioma. Frente a ‘los otros’: negros, aceitunados, magrebíes…, aunque sean ellos quienes sostienen con su trabajo la prosperidad de regiones enteras.

Dentro de unos días se celebrará el sesenta aniversario de la apertura del Club Juvenil de La Luz, un espacio físico en los números 16 y 18 de la calle Núñez de Balboa, que dio cobijo a 2.500 jóvenes a los que se ofreció una actividad cultural, recreativa y social. Hablamos de 1965. El barrio es clave para que Avilés alcance entonces la población más joven de Europa por kilómetro cuadrado. ¿Alguien seguirá dudando de por qué Avilés merecía contar con un campus universitario?

Momento de plena ebullición en la configuración de un proyecto nacido al calor de Ensidesa, un barrio obrero formado por familias llegadas desde todos los puntos del país y desde muchas localidades asturianas: 12.500 habitantes. El inicio de una nueva vida para familias que aquí encontraron trabajo y que basaron en la solidaridad un ejemplo de convivencia. Días en los que las calles se llenaban de camiones y furgonetas en las que llegaban los muebles y los enseres de cada núcleo familiar a los que cantidad de críos ayudaban desinteresadamente a subir hasta aquellos pisos sin ascensor.

Y en ese ambiente de convivencia, donde se mezclaban acentos, costumbres y esperanzas, es donde nace el Club Juvenil de La Luz. Un lugar de encuentro en donde los hijos de aquellos obreros y técnicos podían compartir cultura, deporte, recreo y valores. Hablamos de una generación entera que aprendió a convivir, respetarse y crecer juntos. Muchos fueron los primeros universitarios de sus familias, sobre todo de la España interior. Otros accedieron a la hoy añorada Escuela de Aprendices, de la que salieron excelentes técnicos y también peritos e ingenieros que brillaron dentro y fuera de la empresa siderúrgica.

El club nació gracias al impulso de la Obra Social de Ensidesa, y a la figura imprescindible de Fran Lorente, el responsable de aquel conglomerado de entidades y clubs llamado Grupo de Empresa Ensidesa, abierto a todo el mundo, empleados o no, y que llegó a contar con más de 25.000 socios en sus diferentes actividades. Fran Lorente era la prudencia y la efectividad personificadas. Escuchaba y decidía, siempre atento a las peticiones que se le hacían para actividades o para mejorar y modernizar las instalaciones: televisión, tocadiscos, prensa diaria, ayudas para reconocimientos médicos de deportistas que iban a competir –Descenso a nado de la Ría de Navia, por ejemplo–, desplazamientos del grupo de teatro al Sagrario de Pravia o a Oviedo… Fran lo era todo. Con colaboradores como Nogueroles o Félix Moreno, su modelo se replicó en Gijón y en Mieres, en donde se buscó un local social en el centro de la villa, en colaboración con Manuel Fernández Pello, más tarde consejero de Industria del Principado.

Uno tiene la sensación de que esta ciudad e incluso la comarca entera -por no ir más allá- no ha sido justa para reconocer la extraordinaria labor de Fran Lorente. Simplemente con una placa o una figura en la Plaza Mayor de Llaranes, por ejemplo, en donde tenía su despacho. El 3 de noviembre próximo, fecha de la inauguración del club, sería un momento adecuado para ello.

José Martínez Ondina, Pepe Ondina, entonces un estudiante de Económicas y más tarde destacado directivo en empresas y entidades bancarias, fue su primer presidente. El que el mismo día de la inauguración marcó ante las autoridades los objetivos de aquel club, empezando por su total independencia ante los movimientos cercanos a la Iglesia o sociales. Los políticos, obviamente, no existían, aunque la efervescencia y la inquietud social de un barrio obrero empezaba ya a notarse. (Una de las primeras celebraciones de la legalización del Partido Comunista en 1977 se hizo en el barrio de La Luz. Es solo un dato).

Si hay que destacar uno de los logros más importantes de aquel club fue el haber propiciado la integración de aquellos jóvenes en la sociedad avilesina, más allá de los lugares de esparcimiento, como la famosa ruta del vino de Sabugo . De ello daban fe los apoyos de entidades bancarias y el comercio en general de la ciudad para la organización, por poner un solo ejemplo, de uno de los torneos de fútbol sala más importantes de Asturias, que se llevaba a cabo en la pista polideportiva de Molleda. Casi un centenar de trofeos que se exponían en el mejor escaparate comercial de Avilés, el de Tapicerías Herminio, en la calle de La Muralla, gracias precisamente a la generosidad del entrañable Herminio Pérez. O a la invitación expresa que hizo la junta directiva del Centro Asturiano de la Habana –en aquel tiempo su sede estaba en el edificio del antiguo Gran Hotel, de la calle Emile Robin– para que los jóvenes del club de La Luz acudieran a su fiesta de Nochevieja. O, en fin, el contacto amigo con entidades con las mismas inquietudes, como el grupo Candilejas de Llaranes.

En el barrio de La Luz, en su club juvenil, nadie preguntaba de dónde venías, sino qué querías construir. Y la integración no obedecía a ninguna política, sino a una práctica cotidiana. Hoy, los que crecimos en esas calles y en ese club seguimos mostrando el mismo orgullo de haber colaborado en la construcción de un Avilés abierto y solidario, aunque 60 años después, algunos estén empeñados en confundir a los seres humanos con el carné por puntos, como si fueran productos-descuento de un supermercado.

(En la fotografía, imagen del Barrio de La Luz desde una de las entradas de acceso al centro del poblado. LVA)

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 5 de octubre de 2025

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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