Avilés ha conseguido un relato propio en Cultura y en la oferta lúdica como una buena estrategia económica y social
Hoteles de Avilés ya han puesto el cartel de lleno a ocho meses vista. El 20 y el 26 de junio de 2026 ya no quedan habitaciones libres en esos establecimientos, que en cuestión de minutos sufrieron una avalancha de peticiones. ¿Qué había pasado? Fácil. El 20 de junio estarán en La Magdalena Manolo García y Quimi Portet, El Último de la Fila, y el día 26, en el mismo escenario, actuará Aitana en su único concierto en Asturias dentro de una gira que la va a llevar por las principales capitales del país y por Latinoamérica, principalmente, para luego ampliarla a Europa y Estados Unidos.
Son sólo dos datos que avalan el profundo cambio que se ha originado en Avilés, tercera población de Asturias, 75.000 habitantes, que no siendo capital de provincia figura cada día más en las programaciones culturales y de ocio de primer nivel, lo que se traduce en la afluencia de miles de personas a la ciudad. Sin caer en la resignación que acusan algunas localidades medianas, Avilés ha logrado crearse una identidad cultural propia, diversa, que se ha ganado el reconocimiento a nivel nacional.
Ya no hablamos solamente del teatro, en donde la labor iniciada en su día por Antonio Ripoll desde la Casa de la Cultura y el Teatro Palacio Valdés es un signo de distinción en la escena española. Atraer la atención de los grandes autores, actores y compañías tiene mucho que ver con el conocimiento de las personas y del medio, pero también con la inteligencia de haber creado un equipo técnico y una infraestructura que lo simplifican todo y que suma como un atractivo más a la hora de elegir el lugar de estreno.
Es muy difícil que haya un caso parecido en nuestro país de una ciudad en la que el listado de protagonistas y obras alcanzado sólo esté al alcance de grandes capitales. El último éxito redondo lo protagonizaron en el Centro Niemeyer las ‘Escenas de la vida conyugal’, de Ingmar Bergman, en la que Ricardo Darín y Andrea Pietra habían logrado agotar las localidades casi a la semana de haber sido puestas a la venta a principios el mes de junio. Y en octubre, cinco días, lleno total, casi mil espectadores diarios. O el éxito de ‘1936’, al que hay que sumar actores que ya han pasado y otros que se anuncian: María Galiana, José Sacristán, Israel Elejalde, Carlos Hipólito, Kiti Manver, Malena Alterio; directores y autores como Juan Mayorga, Juan Cavestany, Joan Font, Miguel del Arco, Juan Carlos Fisher, Peris-Mencheta, Eduardo Galán…
Espectáculos como el Gran Circo Acrobático Chino, Una Noche de Zarzuela. O aportaciones del Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Teatre Lliure, Matadero Nave 10, la Ópera de Oviedo…
Si vamos a la música que mueve hoy a la gente más joven, ahí están los nombres ya reseñados, a los que hay que unir los dos conciertos de Melendi o el God Save the Queen, el anuncio de Música en Escena o la presencia de la OSPA. Datos, uno detrás de otro, que aportaban recientemente la concejala de Cultura, Yolanda Alonso, y el director general del Centro Niemeyer, Carlos Cuadros para avanzar lo que será el primer trimestre de 2026.
La apuesta de Avilés por la cultura ya no es una tendencia, es una realidad que viene avalada por los datos y que en tiempos de incertidumbre como los que nos toca vivir, supone un gran refugio como palanca de desarrollo económico y de cohesión social. Con cada acto programado se activa una cadena de valor que beneficia a sectores concretos muy definidos –los retornos económicos no los cuestiona nadie–, pero sin duda la mayor beneficiada es la sociedad avilesina en general, primero porque tiene acceso a una oferta rica, variada y asequible y luego porque los intangibles nos hablan a todos de una sociedad más crítica, más libre, más viva, que han sido siempre los grandes objetivos de la cultura, pasando así de ser un complemento a una estrategia. Sin necesidad de compararse con nadie, Avilés ha construido un relato propio en Cultura y en oferta lúdica y lo convierte en seña de identidad. Es para sentirse orgullosos.
La semana nos dejó dos nombres propios que merecen un reconocimiento por lo que aportan a esta ciudad, cada uno desde su ámbito. Carlos Fernández es la cara visible del equipo del Judo Avilés, que acaba de organizar el Torneo Internacional de Judo Villa de Avilés, cumpliendo nada menos que veinticinco años. En esta ocasión han logrado atraer a 1.800 deportistas, aparte de entrenadores y acompañantes. Una referencia internacional en judo y una excelente aportación a Avilés en todos los sentidos. Felicitación más que merecida para Carlos Fernández y su equipo.
El domingo pasado, Amigos de Cudillero, entidad que preside Juan Luis Álvarez del Busto, impuso su insignia de oro a Juan Manuel Wes López, director de LA VOZ DE AVILÉS desde 1972 hasta su jubilación. Con este acto se saldaba, a mi modo de ver, una deuda histórica con uno de los periodistas que más se preocuparon por promocionar y ‘cuidar’ Cudillero desde su responsabilidad profesional como director del periódico y nada digamos en el aspecto personal. Su madre, la inolvidable doña Jesusa López Marqués, llevó en su día las cuentas de la pareja de barcos pesqueros de su familia (Foral), antes de ponerse al frente del periódico en 1963 tras la muerte de su esposo, Juan González-Wes Dintén. Esa insignia a Juan Wes hace justicia y también nos recuerda que a veces nos deslumbra todo lo que viene de fuera y tapa el conocimiento y el cariño de quien desde la discreción más absoluta se dedica a lo importante, en este caso Cudillero. La cultura, como el deporte, como la promoción de los pueblos, no se construye sola, la levantan personas que nos hacen mejores a todos. Y también es bueno decirlo.
En la imagen, Juan Wes, con su esposa María Solís, tras recibir la insignia de oro de Amigos de Cudillero. J. L. A. BUSTO
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 2 de noviembre de 2025