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José María Urbano

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Aplausos para el “sal y cuéntalo”

Se agradece un discurso como el del PP tras la visita al ITMA. La enorme responsabilidad de los políticos en un país enfermo de odio

La entonces consejera de Turismo del Gobierno vasco, Rosa Díez, fue la artífice de un slogan que tuvo bastante éxito a finales de los años noventa –no exento de alguna polémica a nivel nacional cuando se le recordaron los muertos de ETA– que tenía como objetivo «vender» los indudables encantos de su tierra. «País Vasco, ven y cuéntalo» fue una campaña llamativa y que dio resultado. Y además fue copiada, con más o menos variaciones, por otras autonomías y ciudades.

Esta semana, la presidenta del PP de Asturias, Mercedes Fernández, nos ha recordado el slogan de Rosa Díez cuando, tras visitar el ITMA, proclamó que todo lo que había escuchado como explicación del funcionamiento del centro tecnológico, más su alianza con el Centro de Desarrollo Tecnológico de ArcelorMittal y la idea de la Manzana de Acero, le había parecido «inmejorable». Y que lo que convenía era «salir y contarlo».

Mercedes Fernández, en su visita al ITMA el pasado martes. Foto: Marieta

Contar que Avilés posee una realidad incuestionable, la de haberse convertido en un referente incluso mundial, de la mano de ArcelorMittal, en todo lo relacionado con el acero y con el desarrollo de las nuevas técnicas que demandan cada vez más empresas pertenecientes a sectores emergentes y que también tienen ya una fuerte presencia internacional, como el Grupo Daniel Alonso, Asturfeito y otras.

Contar que la Manzana del Acero es ya una realidad, que puede lograr un importante impulso de la Unión Europea, y que puede sumar nuevos socios de grupos industriales nacionales atraídos por la capacidad de este centro que ha sido capaz de desarrollar tanto el ITMA como el Centro de Desarrollo Tecnológico de ArcerlorMittal.

Y se podría contar, añadido a todo lo anterior, que una administración pública, como es el Ayuntamiento, ha impulsado el Parque Tecnológico Avilés Isla de la Innovación con el objetivo de atraer nuevas empresas, crear empleo y ser capaces de retener el talento de mucha gente, extraordinariamente bien formada, que en estos tiempos de crisis se ve obligada a buscar su futuro fuera de su territorio.

La visita y la reacción de Mercedes Fernández, en tanto presidenta del PP regional, es digna de destacarse. Primero por su decisión de conocer personalmente qué es lo que se está cociendo en Avilés en esta materia. Algo muy importante, pero que, como manifestó ella misma, se conoce poco incluso en nuestra propia comunidad autónoma. A lo que hay que añadir su propio convencimiento de que merece la pena que esto se divulgue y se «venda» en el exterior para colaborar en esa atracción de nuevas empresas y de generación de empleo.

Y en segundo lugar, la visita es importante porque, por fin, una actividad política se presenta como algo natural y positivo, sin estar contaminada por esa perversión de los propios partidos políticos de convertirlo todo en objeto de una disputa permanente, aunque para ello se utilice impunemente la demagogia más ramplona o incluso la mentira directamente si se hace necesario.

No estamos acostumbrados en esta ciudad a que el PP regional lance para Avilés un discurso de apoyo y de mirar al futuro. Las últimas apariciones, o fueron un sinsentido, como la del diputado Luis Venta hablando del problema de la pesca local sin haberse enterado, a juzgar por sus palabras, de lo que estaba hablando. O agudizaron su crisis interna, como sucedió con el «vaciamiento» de la cuenta bancaria del PP de Avilés, con un cruce de acusaciones que lo único que pusieron de manifiesto fue que se había montado una campaña en toda regla para desacreditar a la presidenta de la Junta Local y a sus integrantes y anunciar que el único apoyo regional del partido en Avilés pasa por Carlos Rodríguez de la Torre.

Por eso, la posición de esta semana del PP regional con el ITMA y con todo lo que rodea esta historia de la potencialidad de Avilés en I+D no puede provocar más que apoyo y reconocimiento.

Cloaca social

Enlazando con lo anterior, yo no sé si los políticos en general son conscientes de la responsabilidad que tienen ante la sociedad de generar un clima de normalidad, en donde la discrepancia, el espíritu crítico no tenga nada que ver con esa cloaca social en que se han convertido las llamadas redes sociales. Esta semana hemos tenido un ejemplo claro a raíz de la muerte de Rita Barberá.

A mí me sigue asombrando la facilidad con la que los políticos se navajean, se insultan o se amenazan en templos de la democracia como el Congreso, el Senado, los parlamentos regionales o los salones de plenos de los ayuntamientos, sobre todo cuando saben que las cámaras de televisión les están enfocando, o los periodistas están tomando nota. Y minutos después, fuera, en los pasillos, vuelvan las risas, los abrazos y hasta el «vámonos a tomar unos vinos o vamos a cenar». Y mañana, vuelta a empezar con el mismo circo.

Lo que ignoran esos políticos, porque sino no lo harían, es que esa trifulca diaria, ese trazo grueso en sus discursos, ese «tú más» permanente, ese ruido ensordecedor que no permite casi ni escuchar al que se dirige a ti –y mucho menos entenderlo como un razonamiento natural con el que luego se podrá estar o no de acuerdo–, se convierte en la calle en un apoyo más para la división y hasta para el odio. Trasladado luego a las redes sociales, nos encontramos con ese ambiente irrespirable que empieza a meter miedo.

Se podrá decir que es el mundo entero el que ha cambiado. Ahí está le llegada de Trump a la Casa Blanca, elegido por el pueblo norteamericano. Es terrible que un personaje así vaya a ser el presidente de Estados Unidos. Pero uno sigue envidiando que 24 horas después de conocerse el resultado de las elecciones, el actual presidente y su esposa reciban a Trump y a la suya con la normalidad que dicta un pueblo que cree en su sistema y en las personas, y que se esfuerza por dignificar sus propias instituciones.

Cuando un país asiste horrorizado a las reacciones que ha provocado la muerte de Rita Barberá, cuando la deshumanización llega hasta el extremo de no respetar a una persona muerta –cuando el cadáver ni siquiera había sido levantado por el juez–, hay que convenir en que ese país está enfermo. Seguramente enfermo de odio. Y por el camino del odio sabemos hacia dónde vamos.

Lo desconocen seguramente muchos de estos nuevos políticos que, por edad, casi no vivieron ni la última etapa del franquismo. Nuestros abuelos, nuestros padres sí supieron, y padecieron, lo que fue el odio en una sociedad partida en dos. Pero ni nuestros abuelos ni nuestros padres nos transmitieron ese odio a los que fuimos sus nietos y sus hijos.

Creo que toda la sociedad debería reflexionar sobre lo que nos está pasando, pero sobre los políticos recae la enorme responsabilidad de ser los primeros en realizar ese análisis y dar siempre ejemplo de respeto y tolerancia.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 27 de noviembre de 2016

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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