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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Internacionalismo y “cosmopaletismo” en Asturias.

 

“Asturias piensa bien. Pero padece desde hace muchos años un grave defecto… Asturias es inteligente, pero no es transitiva… Vive recluida en sí misma, absorta en su localismo… Eso es lo que yo considero un defecto”. (Palabras de Ortega y Gasset en el Teatro Campoamor de Oviedo el 10 de abril de 1932).

 

Javier Fernández acaba de referirse en Fitur a que una de las grandes asignaturas pendientes de Asturias sigue siendo la necesidad de internacionalizarse. ¡Qué paradoja, señor Presidente,  qué paradoja! Resulta que, desde el 83 a esta parte, exceptuando la Legislatura en la que estuvo Marqués al frente del Gobierno llariego y el periodo inferior a un año de Cascos, el PSOE fue el partido gobernante por estos lares. Un PSOE, más concretamente, una FSA,  que, salvo muy contadas excepciones, distó mucho de apostar por el asturianismo, y, sin embargo, en todo este periodo, el aislamiento de Asturias, existencialmente hablando, es quizás uno de nuestros  mayores problemas. Por eso, no es fácil comprender cómo es posible que los dirigentes de la FSA no se hayan planteado la pertinencia de preguntarse a qué puede deberse que una autonomía gobernada casi siempre por la federación socialista acaso más centralista de España siga padeciendo una insularidad no sólo geográfica, no sólo en materia de infraestructuras, sino, ante todo y sobre todo, existencial. Miren ustedes por dónde: el rechazo al asturianismo no nos ha hecho más cosmopolitas. Aquí, don Javier, algo falla estrepitosamente.

Miren ustedes: no se forja una mentalidad cosmopolita sobre la base del complejo de inferioridad con respecto a lo nuestro. No se plasma una visión más universal del mundo por decir higuera en lugar de “figal”. No se encuentra fácilmente un sitio cómodo en el mundo por avergonzarse de que nuestros antepasados recientes calaban la boina y calzaban madreñas y se expresaban en asturiano.

Y, no se me entienda mal, no pretendo decir con esto nada en contra de un idioma como el castellano que también es nuestro y que nos sirvió y nos sigue sirviendo para conocer y comprender el  mundo. No se trata de confrontar, sino de no renegar de una forma de designar el mundo que forma parte de nosotros mismos como sociedad y como pueblo. Una forma de designar el mundo en una lengua todo lo minoritaria que se quiera, pero no más ajena a la romanización que el resto de las lenguas peninsulares procedentes del latín. Y, en todo caso, la insularidad existencial que padecemos no se combate desde el antiasturianismo, tal y como los hechos demuestran.

Algún día los dirigentes socialistas asturianos tendrán qué preguntarse seriamente que discurso tienen para esta tierra, más allá de generalidades vagas que hasta don Pero Grullo consideraría demasiado simples. Más o menos, 25 años gobernando la autonomía asturiana, y, a la hora de los fastos oficiales, no salieron del covadonguismo. ¿Es esto lo propio de un partido cuyos fundamentos teóricos de origen están cargados de racionalidad? ¿Es así como se forja una mentalidad cosmopolita y abierta al mundo?

Valdría la pena detenerse en las palabras de Ortega que encabezan este artículo, de un Ortega que entonces no veía con buenos ojos regionalismo alguno, tampoco el asturiano. Porque percibe a una Asturias recluida en sí misma, una Asturias que entonces contaba con unos partidos y sindicatos que sintonizaban con lo que bullía en Europa. Lo preocupante es que la Asturias de hoy, tras esos 25 años de Gobierno socialista, no sólo padece las crisis de todo tipo de las que los hechos dan cuenta continuamente, sino que además, al menos oficialmente, acusa esa reclusión, lo que ciertamente no es un buen reclamo para superar esa asignatura pendiente a la que con tanta solemnidad se refirió don Javier Fernández.

Y, por otra parte, hizo mención también el Presidente llariego a las muchas potencialidades que tiene Asturias para atraer mucho más turismo, un  turismo que no sólo nos ayudaría económicamente, sino que además podría ser un excelente instrumento para internacionalizarnos.

El problema es que el cuidado de nuestras potencialidades es manifiestamente mejorable: desde el estado en que se encuentran las joyas de nuestro patrimonio artístico, hasta el aspecto de un paisaje que, tanto por la despoblación del mundo rural, como también por políticas medioambientales muy laxas si de empresas de envergadura se trata, que merece un cuidado infinitamente mayor.

O sea, que esa asignatura pendiente tiene dos vertientes: nuestra insularidad existencial y la falta de mimo y atención a lo que jalona nuestras mayores potencialidades. ¿No le vendría bien al PSOE un poco de asturianismo? ¿No es hora de preguntárselo ya?

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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