“Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen”. (Ortega y Gasset).
“Lo más difícil de administrar es una victoria política”. (Azaña).
No se podían quedar, en los entremeses, es decir, con la derrota del gabinismo en Oviedo. Era ineludible dar el paso siguiente: pactar unos presupuestos acordes con un discurso de izquierdas, de izquierdas que, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito autonómico, no sean sólo de siglas.
Todos sabemos, empezando por los partidos políticos que forman parte del Equipo de Gobierno carbayón, que la ciudadanía que apostó por el cambio en Oviedo se sentiría frustrada si no se hubiese logrado alcanzar un acuerdo en materia presupuestaria, porque, de haberse producido esa circunstancia, cabría preguntarse, entre otras cosas, qué sentido tiene esta coalición que situó a Oviedo en el mapa de las ciudades del cambio y que sirvió para poner fin a una pesadilla política.
Tocaba dejar los estrellatos, abandonar salidas de tono de egos, más que revueltos, crecidos y multiplicados, líbrarse y líbrarnos de incoherencias y, sobre todo, sentarse a la mesa con el inequívoco propósito de alcanzar el acuerdo presupuestario que la ciudad necesita.
Por si ello fuera poco, no pierdan de vista esto que sigue: si no se hubiese alcanzado lograr el referido acuerdo, se hubiera hecho de la victoria política un fracaso, tal y como escribió Azaña en uno de sus mejores libros, el que tiene por título “Mi rebelión en Barcelona”. Y, desde luego, el hipotético fracaso, que, por fortuna, no llegó a producirse, hubiera supuesto un mazazo tan indeseado como inmerecido.
Sin ánimo de buscar culpables, tengo para mí que, en la andadura de este “tripartito”, que sigue estando en el punto de mira de los ámbitos mediáticos de la vieja política, hay algo que enrareció el ambiente desde el principio, y ese algo es IU que no se haya sumado a sus socios de Gobierno en el apartado de las asignaciones a los ediles y a los grupos municipales. Se trata, en mi opinión, de algo tan incoherente como erróneo.
Por otra parte, tengo la impresión de que a veces puede resultar desproporcionado el afán de autobombo que se dan algunas de las formaciones políticas del Gobierno municipal. Creo que sería del caso repartir los logros, mejor aún si son más reales que supuestos.
En cualquier caso, el asunto que aquí nos trae: la necesidad de aprobar unos presupuestos pactados entre Somos, PSOE e IU era ineludible e irrenunciable. En serio, no había pretextos para que ello no se llevase a cabo.
En serio, ya es hora de que la nueva política se diferencie, también en los hechos, claramente de la vieja y marrullera política.
Toca cumplir. No lo olviden.
LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES