Esta coalición Unidos Podemos se forma y conforma en el ámbito estatal teniendo el poder político más como fin que como medio o, al menos, partiendo del convencimiento de que la ley electoral puede dar más escaños, no necesariamente en función de un mayor número de votos. Y las encuestas no hacen más que confirmar que los partidos que alcanzaron el acuerdo electoral en esta coalición saldrán todos ganando a resultas del referido pacto.

Pero si nos lo planteamos en clave asturiana, como ya escribí en otra ocasión, las dudas nos acechan. Tras un año de legislatura autonómica, que el grado de entendimiento entre Podemos e IU no es precisamente óptimo. Está muy claro que el señor Llamazares sigue siendo el principal apoyo para el Gobierno de don Javier Fernández, sustentado por menos de un tercio de los escaños de la Junta. Está muy claro que la oposición por la izquierda al susodicho Gobierno la hace Podemos, mientras que IU apenas le reconviene, y, cuando lo hace, es con mucho tiento y cariño. Está muy claro que, si hay un régimen de la vieja política en Asturias, el referido régimen está formado por la FSA e IU.

Dicho todo ello, es inevitable preguntarse qué hace un representante de la vieja política en una lista que encabeza la nueva política. ¿No es esto –repito- un Caballo de Troya?

Y, por último, hay otra cosa a consignar, y es que, desde el ámbito estatal de la formación morada no pareció tenerse muy en cuenta el caso específico de Asturias en lo tocante a las relaciones entre Podemos e IU, lo que pone de manifiesto lo poco que contamos, lo insignificantes que somos para los grandes partidos estatales.