Cuando el reloj marca las cuatro y diez, para más de una generación, será imposible no recordar esa inolvidable canción de Aute, rememorando al malogrado Dean, en el momento último de una comida cuando hay que decidirse bien por el postre, bien por el café.
Cuando se nos pregunte por una hermosa canción de amor que, además, remite a un triste momento histórico en el que fueron fusiladas las últimas víctimas del franquismo, acudirá a nuestra mente la canción ‘Al alba’, sangrando la Luna, temiendo el despunte del día, sabiendo que las balas matarán.
Cuando nos situemos en el momento en el que una historia de amor llegó a su fin irremisiblemente, esos besos de nadie en una acerca fría, pondrán música y letra a esa vivencia: «De alguna manera…»
Cuando nos preguntemos por un cantautor irrepetible que además se comportó siempre con una coherencia ejemplar, sin estridencias a la hora de dejar de apoyar a quien sembró desencanto, Aute será la respuesta.
Los dos o tres segundos de ternura. El dolor del latido que nos falta. El erotismo sin brocha gorda. La presencia de la mejor poesía amorosa del siglo XX. Por ejemplo, Aleixandre. Por ejemplo, Pedro Salinas. Las alusiones al Bradomín valleinclanesco. La pintura. El poema.
La obra bien hecha. La ironía como distancia. El amor sin cursilería. Todo eso y mucho más está omnipresente en la obra de Aute.
Nuestra educación sentimental. Nuestros momentos amorosos más intensos a los que Aute les puso letra y música.
No le dejaremos descansar, seguirá en nuestros vaivenes, en nuestros dolores y en nuestras alegrías. Siempre vivo. Siempre Aute.