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Pilar Arnaldo

Desde La Pontecastru

NO EXISTIMOS

En Asturias quienes nos gobiernan parece que solo piensan en los pequeños pueblos ese par de días que, en campaña electoral, se dignan visitar algún núcleo rural. Porque a la hora de establecer normas es evidente que no recuerdan que existimos.

Vivo en un pequeño pueblo de unos treinta habitantes. Con mucho trabajo por nuestra parte, los vecinos intentamos conservar la mayoría de las tradiciones y hacemos enormes esfuerzos porque estas no mueran del todo. Una de esas tradiciones que intentamos mantener es nuestra fiesta patronal, San Juanín, que es pequeña y humilde hasta en el nombre.
Cuando este año, como venimos haciendo desde hace muchísimo tiempo, nos dirigimos al Ayuntamiento de Tineo para solicitar el permiso pertinente de la fiesta -una misa, una comida familiar y un baile en la plaza del pueblo con un acordeonista- nos encontramos con importantes cambios respecto a años anteriores. Para que se hagan una idea, esto es un fragmento del documento que nos aportan con las exigencias para conceder dicho permiso:

Un plano ubicando de forma exacta el local o espacio abierto en el cual se celebrara la verbena.
Una memoria suscrita por técnico competente indicando todos los pormenores de la fiesta, instalaciones y localización de las mismas, orquestas, escenarios , medidas de seguridad e higiene, etc.
Plan de emergencias suscrito por persona competente.
Boletín de instalaciones eléctricas y comunicado de alta remitido a la Consejería de Industria.
Existencia de medidas o servicios de seguridad y vigilancia…

Por supuesto, el Ayuntamiento no facilita ninguna de estas gestiones ni ofrece a ninguno de los técnicos a los que el documento hace alusión. Serían los propios vecinos los encargados de aportarlo todo y pagarlo de su bolsillo.
Y yo pregunto: ¿la Administración debe estar para solucionar los problemas de la gente o para generarlos? ¿No existe alguien, entre todas las personas por las que este documento circuló antes de llegar al ciudadano, a quien se le ocurra que, exigiendo esto, lo único que se va a hacer es acabar definitivamente con las pequeñas romerías?
Señores de la Administración, si quieren hacer algo por los pueblos empiecen por pensar en ellos de vez en cuando. No se pueden establecer las mismas normas para la ciudad que para el campo, para el grande que para el pequeño. Y no solo en esto, sino en muchos asuntos más importantes que afectan al día a día de nuestros pueblos. Al fin y al cabo, la fiesta es una vez al año.
¿Creen ustedes que la pequeña comunidad de un núcleo rural puede responder a todas estas exigencias? Aunque me temo que no es una cuestión de creencias. Más bien pienso que el problema es que olvidan que existimos. Excepto en campaña electoral, que tiene un enorme poder para avivar la memoria. Así nos va.

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Sobre el autor

Pilar Arnaldo, escritora y profesora de Lengua castellana y Literatura. Como columnista publico mis artículos en El Comercio sobre mundo rural, Suroccidente de Asturias y cultura tradicional


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