Las Palancas es un monte que separa los concejos de Tineo y Belmonte de Miranda por el extremo sur del primero y el suroccidente del segundo. Una extensa pradera al amparo de Penamanteiga, lugar de una gran belleza, un excelente ejemplo de la magnificencia de nuestra montaña asturiana.
Este fin de semana pasado, por segundo año consecutivo, se celebró allí una romería multitudinaria. Resulta increíble la acogida que tiene una fiesta tan nueva en el calendario, sin ninguna tradición y en un lugar tan alejado. El éxito hay que darlo a quien lo merece. En primer lugar a los organizadores: tres jóvenes de Boinás, Diego, Sergio y Miguel. No es tarea fácil preparar un evento de esas características en un lugar como ese. Allí lo único que tienes es un entorno maravilloso, un paisaje sin igual, pero todo lo demás _agua, electricidad y todo cuanto se necesita_ hay que trasladarlo, subirlo hasta allí arriba. Se necesitan valentía y ganas de trabajar. Porque para organizar este tipo de eventos se trabaja y mucho.
El segundo factor de éxito es la acogida tan grande que tuvo por parte de los vecinos de los pueblos de ambas vertientes. El entusiasmo fue tan grande ya desde la primera convocatoria que una tiene la impresión de que la gente llevaba mucho tiempo esperando algo así. Acudieron entusiasmados a la cita vecinos de La Pontecastru, Cabaniel.las,Tourayu y Xinestaza por el lado tinetense y de L´Abangu, L´Abedul, Alcéu, Quintana, Boinás, La Veiga, Bixega y alguno que seguro se me escapa, por el lado de Miranda. Todas las familias, las que residen permanentemente en esos pueblos _cada vez menos_ y las que están fuera pero que por el mes de agosto vuelven a sus lugares de origen, acompañados por sus parientes y amigos, se encontraban allí. Todos bien pertrechados de enormes meriendas, con la pata delantera del cerdo, es decir, el lacón, como protagonista absoluto.
Son importantes este tipo de reuniones para el mundo rural. Por múltiples causas. En primer lugar porque a medida que los pueblos se van quedando sin gente las relaciones sociales se resienten. La desestructuración planea sobre las comunidades en riesgo de abandono. Son necesarios rituales como las fiestas, meriendas de campo y demás para mantener cohesionado al exiguo mundo campesino.
Pero sobre todo porque suponen una inyección de optimismo y vitalidad. Viendo toda esta gente allí reunida un día de verano parece que nuestros pueblos aún pueden resistir. Todavía hay mucha gente que no olvidó sus orígenes. Hay noticias esperanzadoras. Te enteras de que aún queda algún joven urbano que ama sus raíces, la tierra de sus antepasados y a quien le llama bastante más la atención un rebaño de vacas bien cuidadas que todos los pokemom y demás “idiotizadores” del mundo actual. No todo está perdido.
Gracias a todos por hacer realidad un sueño. El de que nuestros pueblos todavía resisten al abandono. Mirandiegos y cotollos, para agosto del 2017 no olvidéis que tenemos una cita ineludible en Las Palancas. Es mucho más que una fiesta. Es un encuentro con nuestro pasado y con nuestro futuro. No faltéis.