Ñoñerías 17 a 22: La declamatoria | El desván de los ñoños - Blogs elcomercio.es >

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Daniel Castaño

El desván de los ñoños

Ñoñerías 17 a 22: La declamatoria

De incontinencia verbal sufrimos muchos, de hecho por sufrir la sufren los que tenemos al lado; otra cosa es que tengamos algo que decir, o que tengamos idea de lo que decir o de lo que decimos. El caso es hablar y meter baza, lo que no está nada mal ni nada bien ni todo lo contrario, es un ejercicio la mar de sano. Otra cosa (otra vez), es que uno se crea mucho lo que dice e intente convencer, adoctrinar, sectarizar al personal embuído de una onanista satisfacción por darse la razón a si mismo y que aspire al éxtasis cuando se la den los demás.
El ñoño peca de eso a veces, ante una sociedad que lo arrincona al incomprendido le sale la vena declamatoria absurda y postula cual párroco de pueblo al que todos miran pero nadie escucha su idea de la vida. No es para que le den la razón, no, eso está difícil. La razón es como el peluche que no soltaste hasta que eras demasiado grande para tener peluche y ahora vive en el trastero junto a los trastos de la teletienda: no la soltamos fácilmente ni la damos porque sí. No, como digo, el ñoño sólo quiere que le escuchen, casi nada. En los mundos de internet, que no se parecen a los de Yupi, es más fácil, aquí no te interrumpe ni el tato la perorata y no te lee ni el gato la perorata pero al menos uno se hace la ilusión de que lo escuchan, la ilusión de un ñoño que no quiere más que eso y, que además, sabe escuchar muy bien.
    

La primera tira de Dany el Ñoño salió publicada en el Nº74 de Ojodepez “Especial Censura”, y las que figuran a continuación y por ese orden en los números 69 “Impotencia”, 70 “Políticamente incorrecto”, 71 “Gñ”, 72 “Isra no quiere hacer este tema”, y 73 “Suicidios”.
No dejen de visitarlo amigos.

Sobre el autor

Por si a alguien le importa lo bastante como para reclamar, aquí presento las señas: Daniel Castaño, ilustrador, dibujante de cómics, humorista gráfico, farolero y ñoño practicante. Nací en el sur, allá abajo de casi todo, en un lugar tan chico como bien lindo al oriente de su homónimo cauteloso. Asturiano por parte de mi padre Aniceto y gallego de mi madre Amalia, adoptado por la tierrina hace tanto que ni me acuerdo. Estudié en la Escuela de Arte de Oviedo, y trabajé algunas veces aquí, en El Comercio, y algunas veces allá, en Gráficos y otros sitios perecederos. Ahora tengo treinta y unos cuantos, aunque me gusta aparentar que no me importa aparentar bastante menos de lo que me gustaría. En realidad allá por los 16 encontre mi cima, creo. Con eso y con todo me paso la vida dibujando. De chico pensaba que para cuando tuviera edad de merecer, podría ver los frutos de mi inversión en tanto tiempo perdido entre dibujos. Perdido, que no añorado. Cuando llegue a esa edad, se lo cuento.


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