¿Por qué me llaman Pei? Pues fíjense que “pei” era la forma que tenía mi sobrina Elende llamar a la luz. Miraba hacia las bombillas encendidas o el sol más encendido y decía alegremente “¡Qué pei!”, o algo similar. La frase se convirtió en mito en mi entorno, todos intentábamos entretenerla repitiéndole “¡mira la pei, mira la pei!” con el rostro enfundado en la expresión que se imaginan. Fundimos más de un interruptor con la bromita, pero oye, al menos siguió sin comerse los puerros. También es que los puerros… ¿es que a alguien le gustan los puerros?. Otro día hablaré de los puerros.
¿Dónde me llaman Pei? Allá por las navidades del 2002, cómo pasa el tiempo, emprendí mi carrera como el pez Pei en el acuario de la manzana. Todo el mundo comprenderá mi doble vida submarina pues ¿quién no actuó alguna vez como un besugo, se puso como una ballena, se escabulló como una anguila o se pilló una buena merluza? Sí, sé lo que piensan, la ballena no es un pez, pero no crean que me ha sido fácil encontrar las analogías marinas.
El caso es que mi carrera como pez Pei no tiene nada que ver con merluzas o besugos, se trata más bien de un asunto de computadoras, más en concreto de las que vienen acompañadas de una manzana con un muerdo. Macuarium, que así se llama el acuario, resultó ser el cobijo ideal para compartir nuestras andanzas de tipos raros, que por aquel entonces y por este país es lo que éramos. Ahora lo somos menos, verbigracia de los ipods y demás. Con los macs como excusa allí se trabaja, se holgazanea, se divierte, se aprende, se enseña, se escapa y se encuentra, se abraza y se reniega. Allí conocí gente estupenda y allí frecuento aún, aunque mucho menos frecuentemente, por esos azares de la vida.
Si conocen el lugar o si no lo conocen, es posible que nos veamos entre los corales y el viejo barco pirata hundido, o entre las patas del pulpo gallego gigante y las ostras con agorafobia. Suelo vestir chaqué verde esmeralda, sombrero de copa marrón, pluma de avestruz en su solapa y monóculo de cobrador. Añadiré algo excepcional para que me reconozcan: un alelí entre los dientes. No hay pérdida, sigan las piedras amarillas con forma de manzana.
La animación que encabeza la entrada forma parte de un salvapantallas (Mac OS X), realizado para conmemorar el décimo aniversario de Macuarium.
Podéis descargarlo aquí. Espero les guste.