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Daniel Castaño

El desván de los ñoños

Cachis la mar

parajandani

Cachis la mar. Otra mañana, otra lamentable mañana que va de lo soso a lo lamentable. Es tarde para ir a trabajar, no he pegado ojo (maldita mosca de la fruta), estoy cansado, etc. ¿No podríamos dejar para otro día esta entrada?

No, llaman a la puerta, ¿quién será a estas horas? Es un ser barbirojo, con cuernos, con patas de cabra en lugar de piernas de hombre. Salta el agujero de el suelo con agilidad cabruna (normal), apenas pregunta por qué hay un perfecto agujero en el suelo, le parece raro, a él, que tiene cuernos y patas de cabra. Le digo que han aparecido por todo el edificio, que no sabemos, que posiblemente se trate de un complot de los caseros del mundo para echarnos por cuatro perras. No le interesa, me corta con mala educación, que tiene prisa, dice, que tiene la locomotora en doble fila y anda a la busca de la caja de todas las maldades. No entiendo nada, intenta explicarlo pero no escucho, en la tele repiten el gol de Messi al Getafe. Se marcha enfadado, murmurando satíricamente sobre medusas y dioses que se creen extraterrestres. 

Ha debido sentarme mal la cena, pasan cosas raras. Mejor desayuno fuera. Pido un café con leche y un croissant en una cafetería cualquiera. El camarero es un antiguo cobrador del metro y siempre confunde los pedidos. Me trae un croissant y un café con leche. De pronto entra una atracadora, rifle en mano, y manga todos los saleros del bar. Los colecciona, me dice con un guiño. No sé por qué me lo cuenta a mí, que soy el único cliente, pero me gusta. Decido irme con ella, total ya llego tarde al trabajo. Vive en un caserón fantasma rodeado de nomeolvides fantasma, cuesta un poco verlos pero los hay miles. La abuela, sartén en mano, se ofrece a prepararme un omelette sin sal. Declino amablemente, no tengo hambre. Además se hace tarde para llegar al trabajo a la hora de comer, mi rato preferido del día.

Trabajo a tiempo parcial en una antigua productora de cine, que luego fue empresa de publicidad y más tarde sede de un efímero partido político. Ahora es una fábrica de papel que contamina una barbaridad pero como estoy destinado a la división de origami me compensa. No pagan mucho, pero recibir los billetes con forma de grulla no tiene precio. Como un omelette con una chica preciosa del trabajo que nunca se fija en mí. No se separa nunca de un perrito blanco con muy mala leche que se cela de todo el que se le acerca. Una vez intenté guardar beicon frito en los bolsillos pero no funcionó muy bien. Me persiguieron un montón de animales extraños y del disturbio que se armó acabé en comisaría. El comisario me dejó en libertad a cambio de una hermosa caja que le hice con cuatro folios, la quería para guardar sus frutos secos.

Se hace de noche y vuelvo a casa. Recojo de camino una estufa Niser con visor vitrocerámico que esa misma tarde me confirmaron estaba lista. Los agujeros del edificio nos dejaron sin calefacción y hace un Marzo frío. La meto como puedo en el Seat Panda que siempre dejo aparcado al lado del curro. Me va a costar un montón subirla, mejor lo dejo para mañana, a ver si consigo que Jaime me ayude. Lo llevaré a ver el caserón fantasma de la atracadora de saleros de bar, no sé por qué pero le gustan las casas viejas. Ceno cualquier cosa, en la tele ponen una absurda de científicos locos con máquinas de hacer agujeros y mafias entrañables que conocieron tiempos mejores. La apago a la mitad. Me voy a dormir.

Aparto el petiso amarillo de peluche. Me pongo el pijama azul con la “ese” de Súper López y me acuesto pensando de dónde sacará Jan las ideas para sus cómics. Debe tener una vida menos aburrida que la mía.

Jan, el autor de cómics creador entre otros de los inolvidables Súper López y Pulgarcito, cumplió 70 años el pasado 13 de marzo. Desde la web de mi amigo David (Cachislamar.com), le hicimos un pequeño homenaje en forma de dibujos y cosas del querer, parte del cual es el dibujo que podemos ver aquí arriba. No dejen de visitarla y dejar su felicitación, aún están a tiempo. Sabemos de la mejor tinta que le hace ilusión.

Desde la injusticia de elegir sólo uno Súper López es mi tebeo preferido de siempre, por su dibujo tan detallado, por sus giros imposibles, por su irreal manera de tratar la realidad, porque me creí siempre sus historias increíbles. El recuerdo de la ilusión al abrir, de pequeño, un Súper López nuevo es uno de los más entrañables que tengo; y el niño grande que soy lo intenta conservar en forma de tebeos demacrados que habitan con orgullo en el armario de los mejores desastres.

El desván se honra en felicitar y agradecer a uno de los grandes.

Gracias Jan.

Por todo.


Sobre el autor

Por si a alguien le importa lo bastante como para reclamar, aquí presento las señas: Daniel Castaño, ilustrador, dibujante de cómics, humorista gráfico, farolero y ñoño practicante. Nací en el sur, allá abajo de casi todo, en un lugar tan chico como bien lindo al oriente de su homónimo cauteloso. Asturiano por parte de mi padre Aniceto y gallego de mi madre Amalia, adoptado por la tierrina hace tanto que ni me acuerdo. Estudié en la Escuela de Arte de Oviedo, y trabajé algunas veces aquí, en El Comercio, y algunas veces allá, en Gráficos y otros sitios perecederos. Ahora tengo treinta y unos cuantos, aunque me gusta aparentar que no me importa aparentar bastante menos de lo que me gustaría. En realidad allá por los 16 encontre mi cima, creo. Con eso y con todo me paso la vida dibujando. De chico pensaba que para cuando tuviera edad de merecer, podría ver los frutos de mi inversión en tanto tiempo perdido entre dibujos. Perdido, que no añorado. Cuando llegue a esa edad, se lo cuento.


marzo 2009
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