Las primeras nieves sobre los picos de las montañas anuncian la llegada del invierno y las últimas noticias sobre el matadero de Cangas anuncian la llegada de las elecciones locales. El actual es el tercer intento que recuerdo y perdónenme si no estoy convencido de que sea el último. Por alguna extraña coincidencia, tanto ahora como antes, siempre se presentó como proyecto estrella para un “siguiente” mandato que luego no llegaba.
En tiempos del Sr. Cuervo, se ponía en duda su rentabilidad. En aquellos años se creaban montones de empresas municipales “rentables”, si consideramos que rentabilidad quiere decir dar beneficios a los administradores y pérdidas a los ciudadanos. Y, claro, un matadero sería todo lo contrario. En Cangas, saliendo del juzgado (un edificio que muchos políticos visitan hoy en día y muchos más no visitan, pero deberían) en dirección a Oviedo, podrán ver dos buenos ejemplos de inversiones “rentables”. Un agujero para un Centro de Salud y otro agujero para un Centro de la Tercera Edad que nunca llegaron a nada, obra de los anteriores alcaldes, ambos tan costosos como “rentables”. No son, por supuesto, los únicos ejemplos. Repartidos por nuestro entorno podrán ver centros de interpretación, museos y demás cerrados y condenados al derrumbe, muros de cincuenta metros que costaron más que la Gran Muralla y vías asfaltadas con un diseño tan eficiente que pasan por delante de las casas de todos los amigos sin acercarse a ninguna de los adversarios.
Un tema como el matadero en un concejo ganadero como Cangas debería ser un “tema de concejo” para todos los partidos y gozar de un absoluto consenso. El hecho de que no haya sido así demuestra que la “rentabilidad” que han buscado siempre está muy lejos de ser la que beneficia a los ciudadanos. El otro hecho (más que probable) de que ahora unos intenten colgarse medallas y otros tirarlo por tierra demuestra que todo sigue igual.