Los datos en nuestra mente están organizados de una manera bastante peculiar, casi aleatoria. Tienden a esconderse cuando los buscamos y a aflorar de repente, conjurados por cualquier circunstancia con la que, aparentemente, no tienen ninguna relación. Y muy pocos de ellos llevan una etiqueta con la fecha o, tan siquiera, con el año. Por eso, el recorrido temático de las tertulias puede parecer caótico a cualquiera que lo observe desde afuera, pasando del presente al pasado, de las historias menudas a los grandes acontecimientos, siguiendo los vaivenes de la memoria individual o colectiva.
El otro día, por ejemplo, hablábamos (no me pregunten por qué) de las verbenas del paseo y de cuándo dejaron de celebrarse y nadie pudo precisar la fecha. Nuestra mejor aproximación fue principios de los 70. Tal vez les parezca un hecho baladí. Muchos no vivieron aquellos años en que una de las verbenas de El Carmen se hacía en medio de la carretera, delante del parque de La Reguerala. Ahora nos parece inimaginable, pero entonces los coches escaseaban, los propietarios sabían lo que había y estaban en el baile y los pocos despistados que aparecían cruzaban lentamente al compás de la amabilidad de las parejas y del pasodoble que tocaba la orquesta. En aquel momento nos pareció lógico el traslado, no le dimos importancia y tal vez en sí mismo no la tenía, pero representaba un cambio de época. Simbolizaba el final del Tiempo de las Personas y el principio del Tiempo de las Máquinas.
Me pregunto cuántos acontecimientos aparentemente baladíes, aparcados en el fondo de nuestra mente sin etiqueta de fecha, acabaremos por ver algún día como hitos históricos. ¿Se acuerdan de la primera vez que el banco, en vez de pagarles por su dinero, les cobró por tenerlo allí? ¿De la primera vez que votaron a alguien a pesar de saber que no era trigo limpio? ¿Qué recuerdo creen que simbolizará un día el final del Tiempo de los Ciudadanos y el principio del Tiempo de las Grandes Empresas?