He comentado muchas veces que la protección ambiental, como la mayoría de los remedios, es medicina o veneno en función de la dosis y en nuestra zona están aplicando una cantidad letal. Los bosques de ribera se han hecho tan espesos que están asfixiando los ríos, los matorrales invaden caminos y senderos y los árboles llegan hasta las puertas de las casas, con lo que los incendios, cada vez más frecuentes, no sólo amenazan nuestros montes, sino también nuestras viviendas e, incluso, nuestras vidas. Y, sin embargo, si un paisano corta una vara de avellano para hacerse una “guiada”, lo procesan por dos delitos: uno ecológico y otro de maltrato animal.
Pensaba, también, que este exceso de celo proteccionista era algo que todos sufríamos en mayor o menor medida, pero estaba equivocado. Parece que en todas las leyes se deja una puerta VIP para que la gente importante pueda pasar de ellas sin ser molestada. Ahora mismo están cortando un buen montón de árboles para despejar una ancha franja de bosque alrededor del tendido de alta tensión (¿realmente necesaria?), SIN hablar con los propietarios, SIN indemnizarlos y SIN que se oiga ni un murmullo de protesta de los “ecologistas de guardia”. Desde luego, eso de que “todos somos iguales ante la ley” no se aplica al tema eléctrico. Ahí estamos claramente separados en tres grupos: los que la venden (que tienen todos los derechos), los que la compran (que no tienen ninguno) y los enchufados que ayudan a los primeros a explotar a los segundos.
Manifestaba hace poco mi absoluto desinterés por esta comedia de la formación de gobierno y se extrañaban (casi me reprochaban) de que no estuviese pendiente de saber quién va a mandar en este país durante esta legislatura. Están en un error. Yo ya sé quiénes van a mandar en este país durante los próximos años (como han venido haciendo en los anteriores) y saber a quién en concreto van a enchufar de Presidente para que los represente no me importa especialmente.