Ya concluyó la redacción del Plan del Suroccidente. Tuve que remontarme año y medio atrás en el blog para encontrar el artículo que escribí cuando lo anunciaron. Las cosas de palacio siguen yendo despacio. Ahora, mientras llega a la Junta General del Principado, se aprueba, se dota de presupuesto y se licitan las obras, llegarán a tiempo de inaugurar una o dos cosas para las próximas elecciones y podrán vender el resto como promesas. La cosa es ir pasando mandatos y pronto no tendrán que preocuparse por nosotros. Apenas quedarán votantes en la comarca.
Ése es el problema del suroccidente asturiano, la población desparece porque el tejido económico se muere y viceversa, consecuencia lógica de la codicia de nuestros gobiernos que no tuvieron inconveniente en vender nuestros sectores primarios a la rapiña de las multinacionales. Con los precios de la carne y la leche por los suelos y nuestros ganaderos agobiados por reglamentos, normas y leyes que parecen creados específicamente para aburrirlos y que se vayan, los pueblos se quedarán desiertos en muy poco tiempo; muchos ya lo están. Sumando a esto la liquidación final de la minería, cada vez más cercana a pesar de todas las promesas, en la próxima década sólo unos pocos jubilados habitarán estos valles.
La solución no será posible sin revertir esas políticas y las medidas apuntadas en el Plan son más sedantes que curativas. La mitad del presupuesto se destina a educación, sanidad, infraestructuras y transporte. ¿Es que en el resto de Asturias no se va a invertir en estos temas, probablemente mucho más? ¿O es que quieren vendernos a nosotros como Plan de Salvación lo que en otros sitios es simple mantenimiento? Bueno es tener calidad de vida, pero, sin trabajo, la gente seguirá marchándose. La otra mitad parece ir hacia el fomento de turismo, que es una ayuda, obviamente, pero no la panacea universal. Afirman que buscarán ayuda en programas nacionales y comunitarios. ¡Caramba! Yo creía que eso ya lo estaban haciendo. ¡Tanto tiempo pensando para tan poco! ¡Mal vamos!