La reciente edición de la Fiesta de la Vendimia ha superado, creo yo, las expectativas más optimistas en cuanto a visitantes, animación y repercusión mediática. Este evento se está consolidando como una de las citas obligadas del otoño asturiano y, además de las personas que vienen durante estos días, contribuye grandemente a hacer nuestra comarca más conocida y, por tanto, a atraer al turismo durante el resto del año. Aparte de naturaleza, gastronomía y vino, hemos descubierto que tenemos otra cosa que le encanta a la gente: buen ambiente. Quizás nosotros, acostumbrados a compartir cotidianamente mesas, vinos, pinchos, tertulias y risas, no nos percatemos de lo inusual que es encontrar esto en una población del tamaño de Cangas, pero los visitantes lo aprecian y lo disfrutan y conviene incorporarlo a nuestros activos.
Es una estupenda iniciativa que ha alcanzado el éxito, pero los éxitos deben ser cuidadosamente administrados, pues bajar es mucho más fácil que subir. Solemos quejarnos (con razón) de las deficiencias de nuestras comunicaciones, pero esto no perece estar siendo un obstáculo significativo para que la gente venga. Nuestras propias infraestructuras, sin embargo, parecen estar teniendo más problemas para absorber el aumento de visitantes. Nuestra oferta de alojamiento se ha visto claramente desbordada y eso sí ha impedido a muchas personas venir; algo que empieza a suceder en cada vez más momentos del año. Potenciar los alojamientos rurales ofreciendo medios de transporte hasta la villa no sería mala idea ya que el ambiente de vinos y el coche no casan nada bien.
Otra tema que suele causar dificultades es el incremento de la circulación rodada por el núcleo urbano. Cangas no es sitio del mundo mejor diseñado para el tráfico, con sus dos travesías convergiendo sin alternativa en un punto. Los de casa solemos subsanarlo a base de paciencia, tolerancia, mucha amabilidad y ninguna bocina, pero esto no funciona con los forasteros. Ninguno de los dos problemas es crítico ahora mismo, pero ahora mismo es buen momento para empezar a buscar soluciones sin agobios.