Avanza la primavera, aunque sin mostrar una cara muy amable, y el pueblo de Moal pone de nuevo en marcha su Carrera por Montaña. Atrás quedan las seis ediciones anteriores, que poco a poco han ido llevando este evento a la madurez. Atrás quedan miles de dificultades superadas a base de ilusión y sacrificio. Atrás quedan montones de aprendizajes que hubo que hacer por las bravas. Atrás quedan infinidad de palitos, palos y hasta vigas que les fueron metiendo en las ruedas algunos que deberían haberles ayudado. Todo ha quedado atrás, porque así debe ser, superado, pero no olvidado, porque esos sinsabores les ha hecho más fuertes y más capaces.
Frente a ello han opuesto su unión sin fisuras, todo un pueblo detrás de una idea que, al principio, puede haber parecido pura fantasía. Esta unidad ha resistido todas las adversidades y ahora se ven claramente sus frutos, con una carrera cuyo prestigio se ha consolidado y crece edición a edición. Son un excelente ejemplo de esa virtud canguesa de la que he hablado tantas veces y con la que me identifico: la capacidad de juntarse para hacer cosas sin esperar a que te las hagan desde arriba. Peñas y fiestas, carreras y ralis, celíacos y músicos se asocian, no para hacer algo para sí mismos (aunque camaradería y cenas van incluidas), sino para los demás. Resultado de ello son los múltiples eventos que llenan nuestro calendario local, sin los que Cangas no sería lo mismo y entre los que esta Carrera de Montaña Puerta de Muniellos brilla con luz propia.
Los vecinos de Moal y sus colaboradores siguen puliendo detalles, mejorando trazados y facilitando el acceso a aquellos que quieran participar en la carrera o, simplemente, seguirla. Este año habrá, como novedad, aparcamiento para caravanas, autobús para los espectadores, retransmisión en directo y menús sin gluten. Todo ello contribuirá a que unos y otros regresen a sus casas más satisfechos aún, si cabe, y a que esta edición sea un éxito total como las anteriores.