Atrás ha quedado el tiempo de la incertidumbre. Moal ha sido elegido Pueblo Ejemplar de Asturias 2018. Es el momento de dar rienda suelta al legítimo orgullo que todos sienten por haber obtenido ese importante galardón. No ha sido fácil, han tenido que competir con muchas candidaturas, pero lo merecían sin duda. De hecho, si buscamos el significado de “ejemplar” en el diccionario, nos saldrá “Que sirve de ejemplo”. Y eso son ellos, precisamente: un magnífico ejemplo de ilusión, de iniciativa, de unión y de trabajo colectivo por el bien común. Tal vez la RAE debería poner una foto de Moal al lado de la palabra para ilustrarla.

Llegó el tiempo de la celebración y la alegría, de las cámaras y las fotos, de los visitantes de relumbrón y de los discursos. Llegó el tiempo de relajarse y disfrutar; también, de aprovechar para darse a conocer y de intentar que la Administración satisfaga alguna de las demandas largo tiempo esperadas. Y, cuando el último de los flashes se apague, llegará un tiempo aún más importante: el de volver a ponerse manos a la obra y seguir luchando con energías renovadas por la supervivencia del pueblo y el futuro de las generaciones venideras. Hoy no es el final de la carrera, sólo, el de una etapa; quizás, la “etapa reina”, pero nada más. Mañana habrá que volver a darlo todo, que seguir esforzándose todos juntos has alcanzar la meta final: un Moal en el que esos niños, que ahora asoman felices en los medios, puedan de adultos ganarse la vida y disfrutarla como hicieron sus ancestros.

Lo mismo que tienen que hacer aquellos que no pudieron lograrlo este año, como Allande. La verdadera recompensa del peregrino no es la Gloria, sino el Camino y la lección de esfuerzo, perseverancia y hermandad que en él se aprende. El año que viene volverán a estar ahí, más unidos y más fuertes y la “Cachopada Interpeñas” superará su récord, convertida en el foro de encuentro y hermanamiento de los jóvenes del suroccidente.