Sin haber hecho ninguna encuesta, estoy dispuesto a asegurar que, después de estas elecciones, España seguirá estando gobernada por individuos sobre cuya honestidad, amor inquebrantable a la patria y espíritu desinteresado de servicio sólo los más crédulos tienen dudas. Esta visión de futuro, sin embargo, no me proporciona ninguna satisfacción. Como le sucedía al personaje mítico del título, profetizar los desastres futuros sin poder hacer nada al respecto sólo me produce frustración, una frustración indignada que sólo será superada por la que sentiré dentro de unos meses, cuando los que votaron a los ganadores empiecen a protestar de las trapisondadas que, para entonces, les estarán haciendo aquellos a los que apoyaron.

Esta tendencia de buena parte de los españoles de votar a individuos cuya deshonestidad e incapacidad les consta escapa a mi comprensión. Tendrán sus razones, pero la lógica que las sustenta me es extraña. Imagino a alguien que descubre ladrones en su casa, pero no llama a la policía porque, mientras estén esos, no es probable que entren otros; o el que, irritado con el sonido del mosquito en su habitación, pendre fuego a la cama para ahuyentarlo. Quizás sean decisiones racionales, pero de una “racionalidad” distinta, similar a la que muchos utilizarán para decidir su voto dentro de unos días. O, ya puestos a ello, similar a la que les llevará dentro de unos meses a quejarse de que las cosas van exactamente como sabían que irían cuando tomaron su decisión.

Y eso, a pesar de que los propios partidos nos indican claramente el camino en sus lemas. ¿Queremos evitar que la corrupción hunda a España en la miseria? Tengamos valor de votar sobre seguro, sólo a candidatos cuya honestidad nos conste, como aconseja el PP. Hagamos que el tiempo de los trepas pase, como recomienda el PSOE. Somo nosotros y sólo nosotros los que escribimos la historia y tenemos capacidad para cambiarla, como bien dice Unidas Podemos. ¡Vamos! Ciudadanos. ¡Por España! Como exhortan Ciudadanos y Vox. ¡Echémosles de una vez! Como desean muchos españoles anónimos.