Según nos vamos adentrando en la madurez vamos descubriendo el placer de la añoranza, que tiene, como el vino, un sabor complejo, poco apropiado para paladares jóvenes. Ambos, además, consumidos moderadamente, son buenos para el corazón, pero, en dosis más elevadas, nos hacen perder el sentido de la realidad. Es agradable tumbarse un ratito y […]