Cuando aprendes un nuevo idioma, has de tener cuidado con los “falsos amigos”, que es como se denomina a aquellas palabras que, siendo iguales o muy similares a otras de tu lengua materna, poseen significados muy diferentes. Así, los angloparlantes que aprenden español deben tener cuidado con el adjetivo “sensible”, que en su idioma significa “sensato”, especialmente en estos tiempos de insensata hipersensibilidad que nos ha tocado vivir. En algún momento de nuestra reciente evolución, la epidermis de algunos ha debido perder su capacidad protectora, pues cada roce les molesta enormemente.

¡Hasta da miedo entrar en un ascensor ocupado! Si te callas, los sociables se sentirán despreciados; si te quejas de la lluvia, molestarás a los agricultores y, si te alegras, a los hosteleros; si dices lo que piensas de la política, incurrirás en blasfemias que desgradarán a los creyentes y, si contemporizas, les molestará tu hipocresía; si sacas a colación la gastronomía, irritarás a los veganos; si hablas de sexo, ofenderás a las feministas y a las beatas (curiosamente, unas y otras tienden a enfadarse por las mismas cosas); si de caza, a los animalistas; si de televisión, a los intelectuales; si de arte, literatura o filosofía, pensarán que eres un loco peligroso y, si osas hacer comentarios de fútbol, tendrás suerte si no sales a tortas del ascensor. Vale más esperar a siguiente viaje o subir por las escaleras.

Incluso los políticos, cuando andan a la greña dentro del partido, hablan de distintas “sensibilidades”, un claro abuso del término, porque todos ellos son sensibles a la misma cosa: a quedarse sin chollo. El verdadero motivo de disensión es que algunos lo tienen y están a gusto y otros, no y se quejan. Dada la imperante ñoñería de lo “políticamente correcto” y la hipersensibilidad de sus conversos, es difícil decir nada que no sea un tópico sin que te insulten. ¡Pero, caramba, nadie se acuerda de la sensibilidad de la gente sensata, cuya inteligencia padece con tanta estupidez y cuya lógica sucumbe ante tanto desvarío!