Bilbo acabó titulando el libro en el que relataba sus aventuras “Historia de una ida y una vuelta”. Me parece que los que vayan a narrar las peripecias del PSOE durante estos últimos tiempos tendrán que pagarle derechos de autor. Recordarán ustedes que nuestro simpático hobbit fue arrancado de su retiro por un mago, enviado a salvar el tesoro de unos enanos de las garras de un temible dragón rojo (cosa que logró gracias a un anillo que lo volvía invisible) y al final regresó a su retiro mucho más rico en sabiduría y oro. Los paralelismos son evidentes y, una vez que los determinemos claramente, el reparto de papeles será sencillo.
Para empezar por lo obvio, todos sabemos quiénes han estado disfrutando del Tesoro Público de este país, por tanto, el papel de Thorin Escudo de Roble le corresponde a D. Mariano Rajoy. Para sus doce compañeros, habrá que hacer un casting entre el medio millón de enanos que pululan por ahí, viviendo del dinero de todos. Para el papel de Smuag tenemos a D. Pablo Iglesias, aunque hacer de él un temible dragon rojo que escupe fuego por la boca va a requerir un montón de efectos especiales y de maquillaje. Para Gandalf el Gris, el mago que empuja a Bilbo a la primera línea a pesar de sus reticencias y que se dedica a manipular los eventos desde la sombra sirviendo a intereses desconocidos, tenemos sin duda a Felipe González.
Para terminar, el papel estelar, el de Bilbo, corresponde por derecho a D. Javier Fernández, arrancado de su cómodo sillón para rescatar el tesoro de los enanos del gusano rojo, con su anillo único que le permitió salir de las insondables simas oscuras habitadas por Gollum (¿Villa?) sin que nadie recordase haberlo visto por allí. Y eso le deja a D. Pedro Sánchez con el papel de Frodo. Él y sus compañeros no han pintado nada en este libro, pero hay grandes esperanzas depositadas en ellos para la continuación. La fantasía es algo maravilloso.