Han salido los pensionistas a la calle reclamando subidas dignas y se han llenado los medios de economistas agoreros poniendo en duda la viabilidad del sistema. Fue pura casualidad, lo sé. No pretendía insinuar que hay gente que se dedica a meterles miedo a los ancianitos para robarles la pensión. Pero esta fatal coincidencia ha extendido una sombra de duda sobre los titulados en Economía, igual que Cifuentes con los másteres de la URJC.
Y no son todos iguales. Pasa como con los futbolistas. No es lo mismo jugar un partido de colegas los domingos que cobrar una millonada en un equipo. No es lo mismo ser mileurista en una ventanilla que salir en la tele prediciendo el futuro del mundo. Futbolistas y economistas de élite se parecen bastante. No diré que la economía mediática sea una perversión comercial de las matemáticas como el fútbol profesional es una perversión comercial del deporte, pero tienen mucho en común.
Comparten esa capacidad de soltar topicazos con una solemnidad que se diría que están enunciando la Teoría del Todo. Dicen que “somos once contra once” o que “al aumentar la edad media sube el coste de la Seguridad Social” y parece que fuese el mayor descubrimiento desde Newton. Está bien cuidar tus palabras cuando padeces de corriente de aire entre oreja y oreja, pero estar callado es una opción mucho mejor.
Comparten también el índice de acierto. De la multitud de profecías económicas y tiros a puerta de cada semana, muy poquitos atinan. Pero, cuando sucede, el protagonista se va corriendo hacia una cámara para que todos sepan que lo logró. Curioso. ¿No es eso precisamente lo que les pagan (muy bien) por hacer? ¿Imaginan un camarero dando saltos tras la barra y señalando su espalda porque te sirvió un vino sin derramarlo? ¿Y pidiendo propina por ello? Por eso considero al fútbol y a las tertulias económicas como comedias de enredo y me fio más de los comentarios de los camareros que de los de economistas y futbolistas profesionales.