A pesar de los maravillosos cuentos de los panfletos y soflamas que hemos soportado durante la última temporada, cuando se hayan terminado los recuentos, apagado las cámaras, terminado el turismo político y vuelto cada mochuelo a su olivo, seguiremos teniendo los mismos problemas de antes, un poco más envejecidos y quizás con algún añadido de última hora. Nuestra declinante comarca seguirá teniendo una población escasa y envejecida, unas comunicaciones (reales y virtuales) pésimas y unas expectativas de empleo lamentables. Y, lo que es más preocupante, seguiremos dependiendo casi de la misma gente para buscar soluciones, además de nosotros mismos. No estaría de más ir decidiendo si vamos a resignarnos o a remangarnos.
Mientras, nuestros electos tendrán que ir buscando acomodo en las sillas y sillones disponibles. Dado que las mayorías absolutas van a ser muy infrecuentes, nos espera un periodo de negociaciones en las que, por supuesto, los principios serán lo más importante y el reparto de chollos, algo marginal. Y eso nos permite confiar en que las conversaciones serán breves, porque las propuestas de los panfletos se parecen unas a otras como clones de laboratorio. De hecho, seguro que, si juntan todos los programas y buscan los puntos coincidentes (que serán la mayoría), podrán hacer con ellos un pacto global. No hay problema por dejar fuera los puntos conflictivos; si en los próximos cuatro años consiguen llevar a término las promesas comunes, los ciudadanos aplaudiremos hasta con las orejas.
Desgraciadamente, me temo que, dentro de unas semanas, las buenas palabras se las habrá llevado el viento y sólo estaremos oyendo hablar de liberaciones, cargos y sueldos. Y nuestras carreteras seguirán necesitando mejoras, nuestras zonas rurales seguirán careciendo de Internet y cobertura telefónica y, una a una, nuestras aldeas irán poco a poco pasando a engrosar la triste lista de pueblos fantasmas. Porque los problemas se hacen cada año más acuciantes y las soluciones, más desesperadas y no sé si nuestros recién electos tendrán la visión de futuro y la voluntad política de llevarlas a cabo.