Así como, para muchas especies, la llegada de la primavera marca el inicio de la época de celo, para nuestra clase política, la salida de esta primavera electoral ha supuesto el inicio de la época de pactos. Esta proximidad temporal hace más notorias las múltiples coincidencias que existen entre ambas. Los rituales de cortejo, por ejemplo, son similares.
Las elaboradas danzas donde se exhibe la fuerza, la apariencia y la capacidad de proveer y cuidar del territorio, por una parte, y la pretendida reticencia y hasta timidez, por otra, siguen pautas estrictas y ancestrales. Incluso los enfrentamientos entre los machos pretendientes tienen más de ritual que de verdadero combate, más teatro que sangre. Ello no impide que la competencia sea feroz y despiadada, al fin y al cabo, el futuro genético de las especies y el futuro político de los partidos está en juego.
Esa es la verdad fundamental, la consideración básica que subyace bajo todos estos amagos, estas idas y venidas, estos dimes y diretes y estos mentidos y desmentidos. Como bien señaló Darwin, cada uno de los participantes defiende primero su pervivencia personal, luego, la de su manada o camarilla y, por último, la de su especie o partido. Cualquier otra consideración carece de importancia y si se trae a colación es sólo como recurso para servir a los fines primarios. Los reparos éticos, cordones sanitarios y principios inquebrantables no tienen más significado que las plumas que alza en exhibición el pavorreal.
Cuando llegue el momento de aparearse, ya las bajará a toda prisa para que no le estorben. La naturaleza y la política son despiadadas con los fracasos y no admiten escrúpulos. Si quieren saber quién se emparejará con quién, olvídense de ideologías y programas y calcule qué combinación proporcionará más beneficios personales y partidarios a cada grupo, esa será la que intentarán alcanzar.
Luego, claro, están los que obtuvieron mayoría absoluta, para los que rige la frase que solía repetir un viejo solterón que conocí: “No hay vida como la del solo llevándose bien”.