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Antonio Ochoa

Entre montañas

Costumbres

Tomar decisiones exige tiempo y esfuerzo y te arriesgas a equivocarse. Decidir cada paso, sería agotador e ineficiente. Para evitarlo, tenemos hábitos y costumbres que nos hacen la vida diaria más sencilla y nos permiten, en teoría, concentrarnos en las cosas importantes. La rutina, a pesar de sus connotaciones negativas, es imprescindible en nuestras vidas, pero debe ser utilizada con criterio y revisada cada cierto tiempo. Si el daño que nos produce un hábito a largo plazo es muy superior al beneficio, es un vicio que debe ser evitado. También puede suceder que un cambio en las circunstancias convierta una costumbre saludable en dañina. Y, por supuesto, es muy mala idea dejar que la rutina se instale en ámbitos en los que es imprescindible nuestra atención continuada, como muchas parejas han aprendido, a su pesar.
No sólo hay, por tanto, vicios de consumo. Tenemos vicios cuando nos movemos y cuando estamos quietos, cuando estamos sólos y cuando nos relacionamos. Y tenemos vicios cuando votamos, mucho más perjudiciales para la salud de la sociedad que el tabaco o el alcohol. El destino de nuestro país, es decir, nuestro destino y el de la gente que queremos, merece que le dediquemos nuestro tiempo y nuestra mente. En un mundo cambiante y muchas veces hostil, votar por rutina, costumbre o tradición es un vicio que causa más molestias a los que nos rodean que el humo de los cigarrillos. Votar a “los tuyos” sin preguntarte que tienen de “tuyo” unos individuos que viven a tu costa, te sangran, te mienten, se ríen de ti, sólo te hablan cuando te necesitan y, de todo lo “tuyo”, sólo les interesa ” tu” voto y “tu” dinero es más dañino para los que son “tuyos” de verdad, “tu” familia, “tus” amigos, “tus” vecinos, que la bebida. Ya es hora de dejar los malos hábitos y, para elegir papeleta, poner en la balanza a unos “nuestros” y a los otros. Los que nos rodean lo agradecerán.

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