El año pasado, la Cumbre del Clima finalizó sin resultados, aumentando las posibilidades de que los seres humanos acabemos por exterminarnos a nosotros mismos. Sin embargo, no creo que el calentamiento global, que era lo que allí se trataba de controlar, sea nuestra amenaza más inmediata, sino el idiotizamiento global, que fue la causa de su fracaso.

Desde siempre, los individuos poderosos y sin escrúpulos han intentado mantener al resto de la gente en la ignorancia para poder manipularlos fácilmente. Pero el nivel de atontamiento logrado por los modernos medios de comunicación no tiene precedentes en la historia. La que debería haber sido la Era de la Información se ha convertido tan rápido en la Era de la Desinformación que apenas nos percatamos cuando se añadió el prefijo.

La capacidad de convicción de las actuales redes sociales es tan alta que pocos son siquiera conscientes de estar siendo manipulados y menos aun los que intentan cuestionarse los mensajes que reciben y pensar por sí mismos. Supongo que está en la naturaleza humana seguir los cantos de sirena hasta que chocamos contra el arrecife.

Según un estudio de una universidad americana, las mentiras agradables se difunden entre tres y cuatro veces más que las verdades duras y son creídas por un 87% más de receptores. Este informe, no quiero engañarles, lo acabo de inventar. Curiosamente, cada semana recibo un buen montón de mensajes con datos tan falsos como éstos y nadie se ha molestado aún en advertírmelo ni previa ni posteriormente.

Semejante avalancha de basura te ofusca la mente, haciéndote tan difícil identificar las informaciones relevantes y las ideas valiosas como sería encontrar un diamante en medio de un lodazal. Y quizás es de eso de lo que se trata, quizás sea todo fruto de una conspiración. Dicen que las ratas nos sucederán en el dominio del planeta cuando nos extingamos; quizás estén intentando acelerar el proceso. El otro día, al pasar junto a un vertedero, me pareció ver una que me miraba con ojillos maliciosos y sarcásticos.