Según un reciente informe, existe gran número de edificios, propiedad de diferentes administraciones, a los que no se da ningún uso y presentan diversos grados de deterioro. El mayor número de ellos corresponde a escuelas rurales y nuestro suroccidente es una de las zonas en las que más abundan. Nada sorprendente, por cierto, porque su destino es un fiel reflejo de la deriva de nuestra comarca. Muchas de ellas fueron hijas de aquella emigración a América que se llevó a tantos jóvenes a buscar una vida mejor en otras tierras y los devolvió después, ya maduros, a intentar traer una vida mejor para la suya. En ellas convivieron las aulas llenas con los estómagos vacíos. Eran tiempos en los que la educación no era vista como una obligación ni como una atadura, sino como un afortunado privilegio que te permitiría liberarte de la miseria.
Sin embargo, la misma emigración que había contribuido a construirlas fue llevándose a la mayoría de la población joven con la consiguiente caída de la natalidad. Y entonces llegó la administración a poner su granito de arena, primero con una política de centralización de servicios catastrófica que se llevó a los niños pequeños de los pueblos, contribuyendo a romper sus vínculos, y, después, con una brutal reconversión agraria y ganadera que se llevó toda esperanza de futuro. Así, con los niños concentrados en la villas y los jóvenes concentrados en las ciudades, los pueblos y sus escuelas fueron languideciendo poco a poco. Nadie se acordó de ellas, porque eran mucho más rentables políticamente y (demasiado a menudo, por desgracia) económicamente las grandes inauguraciones que las pequeñas reformas y todo el mundo buscaba el beneficio inmediato sin pensar más allá. Las consecuencias de todo aquello las tenemos ahora aquí: aquellos grandes proyectos sólo sirven ahora de mausoleo para los millones que allí se enterraron y las escuelas se están cayendo a trozos. No pierdo la esperanza de que algún día despertemos del letargo y pongamos manos a la obra para recuperarlas junto con nuestros pueblos.