Decía Robert Louis Stevenson que los juegos hay que jugarlos con la seriedad con que lo hacen los niños.
Y los rapacinos de La Magdalena, carretera de Oviedo (actual Gutiérrez Herrero) y Rivero bajo, no debían ver nada, pero es que absolutamente nada, serio, en el juego del béisbol, deporte que –con pelota, bate y un guante enorme– practicaban en la zona de Los Canapés, jóvenes avilesinos de familias pudientes.
No lo veían serio los críos, no. Porque la emprendieron a pedrada limpia contra los aprendices avilesinos de este deporte, tan popular en los EE UU. Que nadie vea en esta reacción de los guajes de Rivero, y aledaños, un precedente del ‘antiimperialismo yanki’, por Dios bendito. Ni tampoco la primera manifestación mundial de los llamados ‘hoooligans’, hinchas violentos o ‘ultrasur’. Hagan el favor.
Pero el caso es que aquello dio que pensar a los que como Ramón Fernández-Arenas –más conocido como ‘Ralla’, director de una academia de inglés, sita en el número 8 de la calle Llano Ponte– practicaban aquel extraño deporte de importación, juzgado como extravagante por los avilesinos, cuando no objeto de pedradas por los rapacinos. Por tanto el incidente fue clave para que cambiaran de deporte, y del béisbol pasaron a otro juego, este británico, practicado principalmente con los pies: el balompié o fútbol.
De forma que pusieron manos –y pies– a la obra, junto con Ramón ‘Ralla’, Eusebio Abascal, Javier Bustelo y Jesús Gutiérrez. Alguno había hecho las prácticas de su carrera en Inglaterra, donde había comprado un balón de reglamento que trajo en la maleta, de regreso a casa. En aquella nueva empresa deportiva también se embarcaron: Juan Menéndez, Pepe Ibarra, Manuel Revuelta, Pío Carreño, Alfredo Kopp, Sabas Villamil, Enrique Panizo, Policarpo Hevia, Isaac Fernández, Recalde, Antonio Orobio e Ismael Fernández.
Y tanto se entregaron a la causa, que terminaron creando el Avilés Sport Club, que fue no solo el primer club de fútbol formado en Avilés, sino en toda Asturias. Que en 1903 se enfrentó al Oviedo Foot Ball Club, en lo que pasó a la historia como el primer partido de fútbol de la historia local. Terminó en empate a cero goles.
Lo que no pudieron los USA, en Avilés, lo consiguió esa visión de la jugada de los hijos de la Gran Bretaña para el ocio y negocio deportivo con muchas pelotas (de fútbol, tenis, golf o de lo que sea), junto con la voluntad de unos cuantos entusiastas avilesinos amantes del deporte.
El año de 1903, en Avilés, está entre aquellos –de finales del siglo XIX y principios del XX– de cambios y modernidades urbanas y sociales. Fue un periodo histórico de los que contribuyeron a darle un buen ‘arreón’ a la Villa, a pesar de la furiosa crisis económica por la que atravesaba. Por ejemplo, la modernización del histórico barrio de Sabugo: nueva iglesia y urbanización del entorno, coronado por la construcción del palacete de Eladio Muñiz (también conocido como el de Josefina Balsera) que forma la mayor esquina de lujo de Avilés.
Fue aquel año –en el que Palacio Valdés escribió ‘La aldea perdida’– cuando comenzó a funcionar el tranvía de vapor, llamado ‘La Chocolatera’ por el enorme penacho de humo marrón que sacaba su diminuta máquina. Un tren, como de juguete, que unía Avilés y Salinas en el trayecto de la carretera nacional a Galicia.
De igual forma que Avilés, en 1903, fue la sede del III Congreso de la jovencísima Federación Socialista Asturiana, también Arnao pasó a un primer plano por una huelga, de un mes de duración, en la Real Compañía Asturiana (de capital belga), que terminó desastrosamente para los trabajadores: disminución de salarios y beneficios sociales y un alto número de despidos. Más de un centenar de estos trabajadores, con sus familias, emigrarían a los USA, nueva tierra de promisión, incrustando principalmente en los condados de Donora (Pensilvania), San Luis (California) y Harrison (Virginia Occidental) pequeñas colonias avilesinas.
Finalmente y volviendo a Avilés, entre la reciente Fábrica de Curtidos Maribona y Cía. (conocida como ‘La Curtidora’) y las canteras de Bustiello, estaba el ‘Prado del Carnero’, lugar donde se celebró, el 11 de octubre de 1903, aquel primero, y por tanto histórico, partido de fútbol.
Fue el inicio local, del deporte de masas por excelencia, que empezaba a imponerse en el mundo y al que Avilés no solamente no fue ajeno, sino pionero regional. Luego vendría una larga historia: el Stadium, el Real Avilés, el Llaranes y algunos líos socio-balompédicos que son episodio aparte, en cuanto termine de leer los cuatro volúmenes (a ver que ciudad puede presumir de esto) titulados ‘Avilés y su fútbol’, del que son autores Jorge Valverde y Alberto Rendueles.
El ‘Prado del Carnero’ fue el primer campo de fútbol local. En 1921, se buscarían sitios más amplios, como Las Arobias, antiguo caserío de San Juan de Nieva, para terminar aterrizando, en 1943, en Las Meanas, en el recién construido estadio de ‘La Exposición’, actualmente ‘Suárez Puerta’.
Hoy 110 años después de aquel empate, Oviedo y Avilés vuelven a enfrentarse en la misma categoría y con iguales colores: azul y blanco.
Pero, conviene no olvidar, que la villa avilesina es decana futbolística en el Principado. Y por si no fuera poco con este gol, resulta que el presidente del Real Oviedo es un avilesino –y encima del Carbayedo– llamado Antonio Julián Fernández Fidalgo (famoso, en el mundo futbolístico, como Toni Fidalgo).
Así que no hay empate, ni empatía que valga. Porque ganamos.
Históricamente, al menos. Faltaría más.