Raíces, población situada en el municipio de Castrillón, comarca de Avilés, es topónimo que hace justicia a su nombre. El pueblo, partido por la carretera general Gijón-Ribadeo (N-632), se divide en dos barrios: Raíces Nuevo y Raíces Viejo.
Y en este último había tesoros escondidos –por la incuria y el abandono– que fueron y están siendo, desvelados, por decisión de su Ayuntamiento. Que, aparte de transformar el núcleo urbano, y recuperar un complejo religioso, mantiene unas trascendentales excavaciones arqueológicas en el Peñón de Raíces, para destapar el castillo de Gauzón, fundamental en la historia asturiana. Cada año se avanza más en lo que allí se descubre.
Muestras de los resultados son enviadas a laboratorios norteamericanos, donde después de ser sometidas a minuciosos radioanálisis (carbono 14, una especie de medidor del ADN de restos orgánicos) están facilitando unos datos –fiables el 95%– que vienen a descuajeringar los parámetros históricos tradicionales de Asturias. Tanto, tanto, que donde poníamos siglo IX habrá que empezar a poner siglo VII. O sea que, los asturianos, somos bastante más históricos de lo que éramos.
Pero lo de Raíces, ya viene de antiguo. Y por escrito, en una bula dada el 11 de enero de 1413, por el Papa Benedicto XIII (el ‘Papa Luna’) concedía indulgencias «A un vecino de Avilés y a cuantos le echen una mano en la construcción de la iglesia y casa para uso de los frailes menores, en el eremitorio de Santa María de Raíces». No es frecuente que un todo Papa cite a lo que hasta hace poco, creíamos un pequeño pueblo, sin más.
Raíces (Castrillón) en 2005. De dcha. a izda.: Iván Muñiz, Alberto del Río, Justo Ureña y Alejandro García.
Raíces está resultando, un punto cardinal en la historia de Avilés y de Asturias. Y ello se debe a la querencia, maravillosa, del Ayuntamiento de Castrillón por recuperar sus señas de identidad. Y a pesar de los vaivenes políticos que hicieron desfilar gobiernos locales de distinto signo y generalmente muy divididos, nunca –con mayor o menor intensidad– renunciaron a recuperar su pasado. Y eso merece un respeto. Considerable, creo.
Fue en tiempos del alcalde Francisco Arias cuando se empezó a barajar un proyecto para recuperar una zona en la que pudieron estar asentadas las raíces del Principado de Asturias. La cosa tomó forma en 2001, cuando la Corporación presidida por José María León presentó un plan oficial para recuperar el entorno del desaparecido Castillo de Gauzón, que se creía (entonces) estaba emplazado en El Peñón de Raíces, a la par que el monasterio ubicado en las inmediaciones cuyos restos estaban camuflados en cuadra y tenada (bucólica y abracadabrante estampa). Pocos tomaron aquello en consideración.
Era difícil aceptar que darían ese paso, tan sencillo como colosal, que supone pasar de la teoría a la práctica. El descreimiento estaba fundado en tantos y cuantos proyectos que periódicamente se anuncian de ayer para hoy, y luego de hoy para mañana. Aquí y allí. Y luego tararí que te vi.
Pero el caso es que dieron el paso y aquello funcionó y la cuadra ‘moderna ’volvió a ser iglesia medieval. Y se descubrió una zona palaciega en el monasterio que fue de franciscanos y mercedarios. Y el arquitecto Luis Gordillo planificó la reurbanización del antiguo Raíces.
Como también triunfó la reivindicación castrillonense, casi paralela en el tiempo, sobre su patrimonio industrial, al dar –a finales de 2004– el Principado, luz verde a la declaración de Conjunto Histórico Industrial para el poblado de Arnao, tal y como había solicitado el Ayuntamiento, entonces presidido por Ángela Vallina, en su primer período como alcaldesa.
Y así, a fecha 2013, estamos ante un excepcional rescate del pasado, acometida, a veces en solitario, por el Ayuntamiento de Castrillón, en una horquilla que abarca todas las Corporaciones, desde la –que dio el primer paso rehabilitador– presidida por el alcalde José María León, a la actual alcaldesa Ángela Vallina, que pelea, con molinos burocráticos, por rematar dos –de los tres proyectos– y facilitar la apertura al público, tanto del castillete minero de Arnao, como del complejo religioso en Raíces. Al igual que continúan las importantísimas excavaciones en el Peñón para completar el puzzle, ya palpable, del castillo de Gauzón, donde se labró –hace más de mil años– la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias.
Con la perspectiva que da el tiempo, ahora se puede apreciar -aparte del empeño de los gobiernos locales en este rescate- la importancia que tuvo la decisión de haber puesto, en la dirección de los proyectos arqueológicos, a unos historiadores tan competentes como Iván Muñiz y Alejandro García.
Lo de Raíces es toda una historia dentro de la Historia. Parece de cine, pero es una realidad comprobable en la carretera general N-632, entre Avilés y Salinas. Allí se está demostrando que las raíces asturianas son más profundas de lo que creíamos.
El rótulo vial pone: Raíces. Pocas veces un topónimo fue tan profundo y verdadero.