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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Graiño es nombre de algunos hombres de ciencia, en Avilés

La semana pasada, revolviendo papeles, me encontré escritos sin amortizar. Y di con un personaje de nombre Francisco Graiño Obaño, nacido en Avilés, en1867, que fue militar, ingeniero y astrónomo. Que revisó y realizó las cartas hidro­gráficas de varias provincias españolas, en­tre ellas un Atlas completísimo de las Islas Baleares. Que también fue profesor de Astronomía de la Escuela Naval Militar. Y que en 1921 se le nombró director del Observatorio Astronómico de San Fer­nando, máximo centro científico de su especialidad en España.

Por cierto, que es cosa curiosa esta de los hombres de ciencias locales y su relación con los ejércitos, pues este Graiño, astrónomo, se retiró como contralmirante de la Armada y, quiero recordar que, el destacado matemático Pedro Lucuce (1692-1778) lo hizo como mariscal de campo.

El caso es que aquel Graiño me llevó a José María Graiño Obaño, nacido en Villaviciosa, en1872, que en junio de 1915 fue nombrado ingeniero director dela Juntade Obras del Puerto de Avilés, debiéndosele el tra­zado del moderno puerto. Posteriormente desempeñó otros altos cargos fuera de Asturias. Apasionado del periodismo colaboró, con el seudónimo de ‘Juan dela Cosa’, en el semanario avilesino ‘El Progreso de Astu­rias’.

Celestino Graíño Caubet (1873-1942)

Y seguí insistiendo hasta encontrar a otro y este si que me rompió esquemas. Hablo de Celestino Graiño Caubet, nacido en Oviedo en 1873, que estudió farmacia en Madrid y puso una botica, al punto, en Avilés. Pocos establecimientos de éste gremio han llegado ha alcanzar el nombre y la categoría –excedía los límites regionales–  como el que Graiño Caubet logró para el suyo.

Su farmacia, no se limitó a las fórmulas magistrales tradicionales, sino que en la rebotica desarrolló una labor investigadora de tal categoría que consiguió acreditar algunos productos far­macéuticos, que él se encargaba de comercializar y de publicitar en prensa nacional. Remedios medicinales, podríamos decir, ‘Made In Avilés’.

La prensa fue otra de sus muchas devociones, pues llegó a fundar, el diario ‘El Avilesino’ en mayo de 1897, que tuvo corta vida, cosa habitual en aquella época llena de sarpullidos periodísticos. Pero el caballero Graiño Caubet era de largo recorrido y no se arredró. Así que aumentó el volumen de sus colabo­raciones en publica­ciones especializadas y diversos diarios regionales y nacionales. La cosa era de no parar.

Todas las fuentes consultadas destacan su gran categoría –en calidad y en cantidad– en su faceta de conferenciante en temas de vulgariza­ción científica. Dio cientos de charlas, convencido de las bondades de la ciencia.

Es por todo lo anterior y por algo que queda por decir, por lo que su labor intelectual y divulgadora puede calificarse de extraordinaria. Y no se limitó al campo científico, pues entró en otros como el etnográfico, estudiando y difundiendo las costumbres asturianas.

Fue un tipo innovador por encima de todo. Era la modernidad de la época. Estaba, al loro de cualquier novedad, y por eso cuando un medio de transporte recién inventado como la motocicleta, se comercializó en España, quedó fascinado. Daba independencia y permitía conocer, con cierta rapidez otras tierras y ciudades. Y tanto la utilizó que terminó por ser un problema, porque tanto fue el gusto le tomó al invento motorizado que le creo adicción, lo que trajo consigo un abandono del resto de sus febriles actividades. El asunto le ocasionó una depresión de la que salió, al hacerle ver un médico de Luarca (seguramente el mejor ‘diagnóstico’ que dio en su vida) que valiéndose precisamente de la moto, podría hacer turismo a la par que publicitaba sus productos fuera de Avilés. O sea que aprovechara el viaje. Algo tan sencillo como eso volvió en paz a Celestino con su vorágine habitual.

 

 

Que Graiño Caubet estaba como una moto, creativamente hablando, lo demuestra el hecho de que pusiera todas las bases, y el material, para que en Avilés llegara a funcionar un museo, el primero que hubo, en Avilés y en Asturias. Tome nota el personal, de este episodio aparte.

El museo de Historia Natural lle­gó a reunir una importante co­lección, que contenía especies de mamíferos, aves, invertebra­dos, plantas y algunos ejemplares raros de mineralogía. El museo lo inauguró, en 1944 su hijo Celestino Graiño Cors, que, aparte de suceder a su padre en labores farmacéuticas, fundó en 1945, la Escuela de Maestría Industrial de Avilés, también conocido como FP ‘Juan Antonio Suances’.

Su padre ya había fallecido, en febrero de 1942. Aunque antes había sido declarado «Hijo Adoptivo y Predilecto de Avilés» por el Ayuntamiento que también le había dedicado una céntrica calle que lleva por nombre ‘Doctor Graiño’.

Por ello, sin olvidarme ni del astrónomo, ni del ingeniero, me llama mucho la atención el boticario  Graiño Caubet, caballero que a lomos de una moto, pasó por la vida descubriendo y patentando medicamentos en su rebotica, que publicitaba y vendía, en toda España, que se dice muy pronto. Coleccionaba flora y fauna. Difundía ciencias, por un tubo, en charlas y conferencias. Y lo mismo fundaba un periódico que inventaba un museo.

De todo, como en botica.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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