Cuando, hace unos años, visitaron la ciudad componentes de una cofradía de Sevilla, alucinaron en colores morados, al oír que a los miembros de la principal cofradía ‘semanasantera’ avilesina, los llamaban ‘los sanjuaninos’. Luego el alucine derivó a castaño oscuro, cuando supieron que la capilla de Nuestro Padre Jesús de Galiana, era conocida como ‘Jesusín’ de Galiana y la del Santísimo Cristo y San Pedro, de la calle Rivero, como la de San ‘Pedrín’.
Se les razonó que era una cuestión de cariño, de proximidad.
–También nosotros queremos mucho al Jesús del Gran Poder y no se nos ocurre llamarle Jesusito…
–Si, pero vosotros sois de la tierra de María Santísima y nosotros de la de La Santina…
–¿La Santina? ¿La llamáis así por pequeñita?
–Al contrario. La llamamos así porque ye muy grandona.
Y haciéndose cruces –porque es difícil de entender, gracias a Dios, este asunto– marcharon los sevillanos desconcertados por la confianza que nos tomábamos con los santos. Debieron pensar que nos faltaba algún tornillo. Pero les quedó por saber –se hubiesen destornillado de risa– sobre la el nacimiento y la singularidad de otros nombres avilesinos.
Empezando por el caso del poblado de Pescadores, diseñado por el arquitecto Carlos de Miguel e inaugurado en junio de 1943, por el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco. El acto fue recogido, en imágenes, por las cámaras del noticiario cinematográfico NO+DO (Noticiarios y Documentales), lo que resultó todo un acontecimiento para Avilés, ya que entonces al no haber televisión –aunque a algunos lectores les parezca increíble– este era el único medio de transmisión de noticias en imágenes y el noticiario era exhibido, en las salas de todos los cines de España, antes de las películas. O sea que lo que aparecía en el Nodo tenía una trascendencia enorme.
–¿Viste nin? ¡Salimos en el Nodo!
Y ‘Nodo’ le quedó, desde entonces, endilgado al nuevo grupo de viviendas de Pescadores, que por cierto sustituyeron al barrio tradicional de Sabugo como albergue de gentes del mar, tal y como había venido ocurriendo durante siglos.
El caso es que aquello fue el principio, porque algo parecido ocurrió en otros poblados surgidos, a partir de 1950 con la llegada en tromba, y agárrate que hay curva, de Ensidesa y compañía (Cristalería, Endasa etc.). Generalmente los poblados se bautizaron adoptando el nombre del lugar: Llaranes, La Luz, La Carriona… Pero otros no. Tal fue el caso del oficialmente nombrado como San José Artesano, que pasó a ser conocido como ‘El Tocóte’, porque la pregunta machacona, dada la carencia de vivienda, era:
–¿Tocóte el piso, nina?
Luego está el caso del Francisco Franco, poblado conocido popularmente como ‘El Tocaráte’, para desespero de la autoridad política de la época. Y eso fue porque al ser construido después del anterior, el consuelo que se les daba a los que no habían conseguido vivienda en ‘El Tocóte’ era:
–Tranquilina ‘tocaráte’ en el nuevo que están haciendo … Ya verás.
Hoy empieza a ser más conocido, por algunos, como ‘La Texera’.
Pero la toponimia avilesina alcanza tintes mundiales en las coincidencias que tiene con nombres o lugares ubicados en países extranjeros.
Tenemos, por ejemplo, el barrio de El Quirinal que tiene igual denominación que el palacio romano donde reside el presidente dela República italiana. Y sin salir de la capital de Italia, sépase que en Avilés también hay una Plaza del Vaticano, de la que parte una calle, llamada –era de cajón– Juan XXIII y una avenida de San Agustín, cosas estas que no tiene la de Roma. Conste en acta.
Pero si hasta los famosos jardines franceses de Versalles tienen su homónimo en un barrio avilesino de ese nombre, que está prácticamente al lado del ‘Tocaráte’, para entendernos.
Y si la meca de los casinos mundiales está en la ciudad norteamericana de Las Vegas, (la mayor población del estado de Nevada, aunque no su capital) en la comarca avilesina también tenemos Las Vegas, que tampoco son la capital del concejo de Corvera, pero si su mayor población.
Y eso por no hablar de la turística ciudad costera chilena de Valparaíso. Porque igual topónimo –y esto si que es la caraba en bicicleta– tiene la mítica fuente que, durante siglos, cubrió las necesidades de sed e higiene (elemental) de la histórica Villa asturiana. Un Valparaíso, de agua salada, en Chile y otro Valparaíso, de agua dulce, en Avilés.
Y luego están Pénjamo, El Pelame, Nondivisa… Una toponimia de vendimia.