En la plaza del Carbayo, policías nacionales estuvieron vigilando ‘ostentóreamente’, durante las veinticuatro horas de cada uno de aquellos veinticuatro días. Nunca se vio despliegue tal, en el antiguo barrio marinero medieval. Fotos cantan.
El suceso ocurrió entre el verano y el otoño de 1985 y lo que hacían era proteger un tesoro artístico –exhibido al público, en horas hábiles, en Avilés– en la pequeña iglesia consagrada, en el siglo XIII, al santo inglés Tomás de Canterbury.
Se trataba de trece grandes lienzos del artista avilesino Juan Carreño de Miranda (siglo XVII).
El Ayuntamiento de Avilés había echado, primero imaginación y luego la casa por la ventana, atreviéndose a acometer una de esas empresas que algunos –tristes que ven la botella medio vacía– califican como imposibles. Tal que pedirle a una de las mejores pinacotecas del mundo (Museo del Prado de Madrid) cuadros del artista asturiano, para su exhibición temporal en Avilés, con motivo del tricentenario de su muerte.
Y la cosa funcionó. Se acondicionó la ‘vieja’ iglesia de Sabugo, para cumplir con las estrictas medidas exigidas por el museo, en las contadísimas ocasiones, en que da autorización para acontecimientos de este tipo. Se aisló la nave central de la iglesia, donde se iban a colgar los lienzos, se sellaron puertas y ventanas de forma y se desplegó la cacharrería tecnológica necesaria para que el grado de humedad fuera el exigido para la correcta conservación de la obra pictórica.
Y vinieron diez cuadros, en transporte especial y con toda la parafernalia de medidas de seguridad propias de estos casos, excepcionales repito. También, las gestiones, hechas con el Principado, resultaron y tres obras más del Carreño, propiedad del Museo de Bellas Artes de Asturias viajaron hasta el Sabugo avilesino.
Y hete, aquí, que se celebró una exposición antológica de uno de los mejores pintores del barroco español, que fue visitada por más de 10.000 (diez mil) personas. Hemerotecas cuentan.
Muestra que fue complementada con la edición de dos libros (‘Carreño’ de Alfonso Pérez Sánchez y ‘Aspectos del Barroco: el ámbito de Carreño’), un curso sobre el artista en la Escuela Asturiana de Estudios Hispánico (léase La Granda), un documental titulado ‘Carreño, 300 años después’ y un ciclo de música de compositores del siglo XVII.
El pintor, el más importante artista plástico asturiano de todos los tiempos, nació en Avilés en 1614 de donde partió a los 11 años. Su legado artístico se conserva en los principales museos del mundo: El Prado de Madrid, el Louvre de París, L’Ermitage de San Petersburgo y otros etcéteras. En su obra, realizada en Madrid, no hay paisajes, ni retratos, que delaten su procedencia avilesina. Nadie que no conociese al sucesor de Velázquez, como pintor de cámara de la corte real española, hubiese sospechado de su procedencia asturiana partiendo de su obra pictórica. Este es un episodio aparte.
Digo esto porque se escuchan opiniones contra el artista por este desapego, hacia su villa natal que, faltaba más, oye, le ha rendido honores por doquier, dedicándole una calle, ‘historiada’ con un mural de cerámica, de Ramón Rodríguez, y una reproducción en bronce de uno de sus lienzos más famosos: ‘La Monstrua’, realizada por ‘Favila’. Aparte de haber bautizado el primer Instituto de Enseñanza Media de la ciudad como ‘Carreño Miranda’. O dedicarle una estatua, obra de Santarúa, en la plaza de Camposagrado.
También, en 1982, importantes artistas asturianos interpretaron a Carreño. Y así Pelayo Ortega, Camín, Alejandro Mieres, Galano, Consuelo Vallina, Ramón Rodríguez, Acosta y Paredes, hicieron revivir (con motivo del ‘Día de Asturias’) al pintor del siglo XVII bajo formas actuales, que se conservan en la Casa de Cultura, colgadas en el hall del auditorio.
El tricentenario de la muerte de Juan Carreño de Miranda, fue uno de los mayores acontecimientos culturales, de finales del siglo XX, en Avilés. Ojalá, el año que viene, el 2014 –cuatrocientos aniversario del nacimiento del artista– pudiera ser recordado igual.
Si se le conmemoró por su fallecimiento, razón de más para hacerlo por su nacimiento, digo yo, amparándome en Arthur O’Shaughnessy, poeta británico, cuando escribe que ‘cada época es un sueño que agoniza o un sueño que está por nacer’.
En cualquier caso es una nueva ocasión para reavivar la figura del extraordinario artista (el Aula de Cultura de ‘La Voz de Avilés’ ya ha dado el primer paso) esparciendo su obra a los cuatro vientos, con los medios, modo y maneras que se estimen oportunos. En horas hábiles y en Avilés.
OBRA DE JUAN CARREÑO DE MIRANDA. EXPUESTA EN AVILÉS.
(Del 16 de septiembre al 6 de octubre de 1985)
-Retrato de Carlos II (cuerpo entero).
-Retrato de Carlos II (Busto).
-Doña Mariana de Austria.
-Santa Ana y la Virgen.
-San Sebastián.
-El embajador Potemkin.
-La monstrua vestida.
-La monstrua desnuda.
-La Virgen de Atocha.
-El bufón Francisco de Bazán.
-La Magdalena.
-San Hermenegildo.
-Carlos II.
(Los diez primeros pertenecen al Museo del Prado de Madrid.
Los tres últimos al Museo de Bellas Artes de Asturias).