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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

La plaza de Camposagrado, en la cumbre del casco histórico de Avilés

La plaza de Camposagrado es singular por continente y contenido. Pocas, tan grandiosamente pequeñas como esta de Avilés, donde el arte esté harto, hasta decir basta.

En 700 metros cuadrados, conviven un palacio de estilo barroco, una escuela de arte, otra –hasta el otro día– de cerámica que es única en Asturias, una escultura que homenajea a un pintor universal y un mural que también es fuente ¿Quién da más?

Está emplazada dentro de lo que fue villa amurallada –calles de La Ferrería, La Fruta, El Sol y San Bernardo– pero no fue lugar público hasta el siglo XIX.

La plaza limita, al norte, con la calle Cuesta de La Molinera y con un palacio que desparrama barroco cosa fina y al que muchos consideran como la joya de la corona del casco histórico de Avilés; al sur con la fresca, refrescante y refrescada calle de La Fruta; y al este y al oeste con la de San Bernardo, que cruza la plaza como un cuchillo, sin romperla ni mancharla, para terminar a los pies del edificio más antiguo de Avilés: la iglesia llamada de los Padres (siglo XII).

El palacio tiene su origen en el siglo XIV, como residencia de la familia de Las Alas. Pero en el XVII –su nuevo dueño, el marqués de Camposagrado– hizo una reforma a lo bestia y ahí surge su espectacular fachada barroca, la que da a la plaza y que tanta admiración causa.

Durante siglos la calle de La Fruta se dividió en dos tramos. Uno, ‘La Rúa Nueva’, desde la confluencia de la calle El Sol hasta la puerta la muralla (que uniría, hoy, con la plaza de España). Otro, el que terminaba en la calle San Bernardo (entonces desviada respecto al trazado actual) al chocar contra un paredón que delimitaba la propiedad privada de los dueños del palacio. Ese tramo, en forma de embudo era conocido como ‘Calle Oscura’.

Pero La Fruta vio la luz en 1876 (ya se habían cepillado las murallas), cuando el derribo del dichoso paredón hizo posible la unión con la calle La Muralla, mediante una corta y empinada pendiente bautizada como calle de La Unión, pero que el personal –arre con el erre que erre– como quiera que se estableciera en ella una tienda de venta de harina, rebautizó como Cuesta La Molinera. Y así sigue hoy, salvando el paréntesis (1938-1979) cuando fue calle del Comandante Caballero.

La liquidación del jardín-huerta del marqués, también hizo posible un nuevo espacio protagonizado, faltaba más, por el palacio y por una vieja casa usada por la servidumbre. Según Justo Ureña, fue construida en el siglo XVII, así que mal puede ser –como sostienen algunos– la casa natal de Pedro Menéndez de Avilés, nacido en 1519.

El tiempo fue pasando, hasta que en 1972 se levantó, frente a la mansión palaciega, un edificio que alojó a la Cámara de Comercio y a una entidad bancaria. Y, en 1983, terminó de conformarse la plaza, cuando se rehabilitó la vieja casa de servicio del palacio y se le dio una honorable utilidad: Museo–Escuela Municipal de Cerámica. Un episodio aparte.

En 1993, al conmemorarse el centenario de las fiestas de El Bollo, se le encargó, con ese motivo, a Ramón Rodríguez un panel de cerámica. En su parte inferior ‘actúa’ como fuente que arroja agua por la cabeza de cuatro leones.

Y en 2000, Vicente Santarúa sentó, en bronce, al más grande pintor asturiano de todos los tiempos: Juan Carreño Miranda. Allí está el artista avilesino, del siglo XVII, con  pelambrera alborotada, como dibujando frente al impresionante retablo barroco que supone la fachada de Camposagrado, también del siglo XVII, y que en el XXI se convirtió –fue una resurrección gloriosa– en sede de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias. Es difícil saber quien inspira a quien.

Apoyado en la esquina derecha de Camposagrado ves, allá, al fondo, el barroco palacio de Ferrera y girando la vista a la izquierda: la portada románica de la iglesia de los Padres.

Sorprende este sitio tan exiguo y de arte tan abundante. Y si el saber no ocupa lugar, el arte si que lo hace. Por ejemplo en esta avilesina plaza de Camposagrado, acoquina. O casi.

No le demos más vueltas: Estamos ante un espacio mágico y sanseacabó.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


diciembre 2013
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