Cuba era el destino preferido por los emigrantes avilesinos para buscarse la vida en el continente americano, donde iban para procurarse un trabajo y si pintaba bien la cosa hacer dinero, cosa que era casi imposible en la empobrecida Asturias.
Generalmente llegaban con una mano delante y otra detrás. Pero hay excepciones, faltaba más.
Porque hubo gente que llegó a Cuba no para trabajar en un negocio, sino para fundarlo. Es el caso del pianista avilesino Benjamín Orbón, que según la escritora cubana Irina Pacheco «desde que se radicó en Cuba, en 1910, se dio a la tarea de fundar y consolidar esta prestigiosa institución que hoy es el Conservatorio Orbón de La Habana».
Pero si lo del pianista avilesino en Cuba fue una excepción en la aventura indiana, lo de ser músico y vivir en Avilés, era más habitual de lo que se cree Y merece la pena conocerlo.
Es un fenómeno singular, éste del gusto avilesino por la música por lo que es objeto de estudio de importantes instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, a través de un trabajo realizado, en 2008, por Carmen Julia Gutiérrez –profesora y directora del Departamento de Musicología– titulado «La Atenas de Asturias: el asociacionismo musical en Avilés entre 1840 y 1936». La cosa tiene canto.
Debemos saber que la Academia o Sociedad Filarmónica de Avilés (más conocida como ‘El Liceo’) que funcionó entre 1840 y 1891 fue una de las primeras sociedades instructivo-recreativas musicales creadas en España, junto con las de Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, Murcia, Alicante y Granada. Ahí queda eso.
Y tampoco está de más enterarse de que según cálculos referidos a 1868 –cuando Avilés contaba con 7.500 habitantes– tenía ya un centenar (número increíblemente alto, para entonces) de músicos en agrupaciones culturales.
A todos los estudiosos en la materia, les llama la atención que a principios del siglo XX, una villa ya entonces de 12.000 habitantes tuviera tres teatros funcionando (‘La Peña’ o ‘Somines’, el ‘Palacio Valdés’ y el ‘Iris’), donde aparte de actuar artistas de relieve nacional, abundaban compañías de aficionados locales que ofrecían representaciones, mayormente, líricas. Hablo de zarzuelas e incluso óperas, aparte de masas corales de categoría contrastada.
En 1890 el Ayuntamiento, siendo alcalde Atanasio Carreño Valdés –uno de los 13 hijos de Pantaleón Carreño y Dominica Valdés– decide la creación de una Escuela de Música, básica para la creación de una Banda Municipal de Música.
Este ambiente cultural de Avilés –musical a todo trapo– lo tiene narrado el escritor Armando Palacio Valdés o escrito en prensa por críticos de prestigio como José Francés, secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Tengo leído que Concepción Arenal, que dedicó gran parte de su vida a la extensión cultural por toda España, tuvo una orquesta sinfónica en misión cultural ‘circulando’ por todo el país. La dirigía el destacado músico Jesús de Monasterio, quien le comentó a Concepción que «en Avilés interpretamos a Beethoven y a Mozart. El ‘minueto’ del cuarteto en re menor de Mozart entusiasmó a los avilesinos. El auditorio fue muy numeroso, paciente y educado, porque si la música de Mozart les satisfizo no ocurrió lo mismo con la de Beethoven que soportaron con gran resignación… Sin embargo en Gijón ocurrió todo lo contrario».
Siendo la música el medio de lenguaje más universal (aparte de los WhatsApp, claro), estos romances de Mozart con Avilés y de Beethoven con Gijón dan que pensar. Y es cosa fina, sociológicamente hablando, por lo afinado del tema.
De momento quede constancia de las asociaciones musicales históricas avilesinas: Academia Filarmónica de Avilés (1840–1891). Academia de Sabugo (1861–1874). Sociedad Santa Cecilia (1875–1891), Banda de Música La Industrial (¿….?– 1897). Banda Municipal de Música de Avilés (1891– ….), Agrupación Musical Obrera (1904–¿1908?). Asociación Coral Avilesina (1904–1915 y 1983–….). Sociedad Filarmónica Avilesina (1918–1930 y 1957–….). Sociedad de Amigos del Arte (1923–1951). Orfeón de Avilés (1925–1934). Coro del Ampurdán (1931–1932). Coro Avilesino (1932–….)
Luego está –y ello será un episodio aparte– una generación intermedia, que abarca desde los años cuarenta, del siglo XX, a los ochenta. Es la que lleva a cabo refundaciones corales y fundación de grupos nuevos. En ella hay gente de gran trascendencia socio–musical, de la que avanzo hoy algunos como Mario Ramón Fernández (Ramón ‘El Morenito’), Álvaro Álvarez, Jesús Muñiz (padre e hijo, más conocidos como ‘Los Perlitos’). Pero hay más, como veremos en su día.
Y finalmente, la generación la actual. Lo que va desde la producción musical a lo Béznar Arias –una suerte de embajador plenipotenciario de Bob Dylan en el norte de España– a la creación de orquestas como ‘Sabugo Filarmonía’ o ‘Julián Orbón’. Sin olvidar certámenes como el de ‘Música Religiosa’, al que le da alma, corazón y vida, José María (‘Chema’) Martínez y que celebra este año su treinta y siete edición.
Mientras tanto quédense ustedes, con Mozart en Avilés o en Gijón con Beethoven.
Esto de las preferencias musicales está estudiado también por el profesor Adrian North, de la Universidad Heriot-Watt de Escocia, en 2008. Después de entrevistar a mas de 36.000 personas estableció muchas categorías, por ejemplo, que los aficionados a la música clásica y el jazz son creativos; los amantes del pop trabajadores a sueldo y los fans del heavy metal -para que luego digan- tienen un carácter suave.
El caso es dar la nota.