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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Los Canapés, aperitivo escondido del Casco Histórico de Avilés

(Un intento de ‘darle marcha’ al conjunto monumental menos conocido y más maltratado de la villa).

No piensen en manducatoria, porque los canapés a los que me refiero son de piedra educada y figuran en el menú histórico-artístico que figura en la carta del monumental casco antiguo de Avilés.

Pero a efectos artísticos-gastronómicos –esos que dicen que alimentan mente, espíritu y tal– Los Canapés permanecen ignorados por la autoridad y el personal en general que, sin embargo, se deleitan saboreando opíparos platos del menú que ofrece la villa de Avilés y que va desde manjares como Camposagrado, El Carbayo, Galiana o El Parche…  y hasta La Fruta, de postre, claro.

Y sin embargo la gente no prueba, ni de coña, Los Canapés. Generalmente porque no los encuentra.

Antes lucían más, porque entre ambos asientos de piedra transcurría el tránsito rodado de la carretera general entre Oviedo y Avilés. Estaban a la vista y ahora aquella calzada nacional se ha convertido en un camino peatonal.

Estos vistosos bancos de piedra –incluidos en una selección de lugares y monumentos del casco antiguo local, que fue declarado en 1955 por el Estado español Conjunto Histórico-Artístico– están cercados y acogotados por una lado: una estación de servicio y por el otro: una maloliente zona verde donde se suelen acumular desperdicios sin control. Por debajo, prácticamente, son traspasados por una carretera de gran tráfico y por encima están coronados, por así decirlo, por el viaducto de la circunvalación de Avilés. Vaya por Dios.

Los Canapés fueron colocados en 1786, en tiempos del reinado de Carlos III, aquel monarca que favoreció la moda del adorno arquitectónico a la entrada de las poblaciones importantes. Por ejemplo, y sin ánimo de hacer comparaciones, en la Villa y Corte de Madrid se hizo con la Puerta de Alcalá, y en la Villa de Avilés con Los Canapés. Que fueron colocados a ambos lados de la principal calzada, que entonces era la que la comunicaba con Oviedo.

Son dos grandes ‘sillones’ de piedra de11,64 metrosde largo, 2,60 de ancha y 3,30 de alto, que fueron diseñados por José Bernardo de la Meana –Maestro Mayor de la Catedral de Oviedo y vinculado también a la obra pública del Ayuntamiento de Avilés– y realizados bajo la dirección del maestro de obras Roque Bernardo de Quirós con piedra, que estaba literalmente a pie de obra, pues la cantera de Bustiello está situada a unos metros de distancia del lugar de emplazamiento.

Los bancos muestran inscripciones, en uno de ellos: «Reynandola Majestaddel Sr. Dn. Carlos III se hizo esta obra» y en el otro: «A expensas de los propios y arbityrios (sic) de esta villa año MDCCLXXXVI».

A Gaspar Melchor de Jovellanos Los Canapés no le gustaron un pelo. Vaya por Dios. En su ‘Diario Cuarto’, correspondiente al sábado 14 de julio de 1792, dice, después de referirse a Villalegre como ‘bellísima parroquia’ y al hablar de la nueva calzada de Oviedo a Avilés: «Nueva carretera, ancha y bien trabajada, plantada de álamos malos al principio, buenos y mejores después. Enorme y feo canapé en medio de un gran trozo de camino levantado sobre altísimos y fuertes paredones, y que debió por lo mismo ser muy costoso».

Para gustos hicieron Los Canapés. La verdad es que mucho entusiasmo no levantan y más desde mediados el siglo pasado, cuando nos cayó encima la, hoy, difunta ENSIDESA –y demás familia metalúrgica y cristalera– y Avilés creció a lo loco, fueron quedando camuflados de mala manera. Sin embargo, aun escondidos y apabullados como están, han sido capaces de dar nombre a un centro cultural y deportivo, a una estación de servicio y hasta una pequeña travesía.

En 2009 se restauró –a cargo de un equipo dirigido por Teresa Imaz de las Alas– el primero de ellos. Para el otro (justamente el que proclama «A expensas de los arbityrios de esta villa…») no hubo presupuesto –vaya por Dios– y hoy luce oscuro, enmohecido y atrapado por la maleza.

Nada se puede hacer por Los Canapés de Avilés, como no sea retirarlos de ahí –como se propuso informalmente hace unos años– donde no tienen el respeto que se les debe, o bien darles otro tipo de marcha, la musical por ejemplo. Así que propongo nuevamente –al público en general y a los amantes del casco histórico de Avilés en particular– que tomando como base la famosa y pegadiza canción ‘La Puerta de Alcalá’ –popularizada por Ana Belén y Víctor Manuel, con letra y música de Bernardo Fuster, Luís Mendo y Francisco Villar– se readapte para esta ocasión,  cambiando el nombre de un monumento por el otro y un par de licencias gramaticales más –todo ello en aras del patrimonio, faltaba más– y se tararee algo así:

«Una mañana fría, Carlos III, con aire insigne se quitó el sombrero muy lentamente bajó de su caballo, con voz profunda le dijo a su lacayo: ahí están, ahí están, ahí están viendo pasar el tiempo… ahí donde los ves, están Los Canapés.

Lanceros con casaca, monarcas de otras tierras, fanfarrones que llegan inventando la guerra, milicias que resisten bajo el “no pasarán” y el sueño eterno como viene se va… y ahí están, ahí están, ahí están viendo pasar el tiempo… ahí donde los ves, ahí, están Los Canapés.

Todos los tiranos se abrazan como hermanos, exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes, manadas de mangantes, doscientos estudiantes inician la revuelta son los años sesenta y ahí están, ahí están, ahí están viendo pasar el tiempo… ahí, ahí donde los ves, están Los Canapés.

Un travestí perdido, un guardia pendenciero, pelos colorados, chinchetas en los cueros, rockeros insurgentes, modernos complacientes, poetas y colgados, aires de libertad… ahí están, ahí están, ahí están viendo pasar el tiempo… ahí donde los ves, están Los Canapés.

Los miro de frente y me pierdo en sus ojos, sus piedras me vigilan, su sombra me acompaña, no intento esconderme, nadie los engaña, toda la vida pasa por su mirada…
Míralos, míralos, míralos, míralos… ahí donde los ves, están Los Canapés… Míralos, míralos, míralos, míralos… ahí donde los ves, están Los Canapés…»

 Aunque para mirarlos hay que encontrarlos y ese ya es otro cantar, pues no están señalizados. Cosa impropia para estos bancos de piedra del siglo XVIII, que forman parte de los monumentos componentes del ‘Casco Histórico-Artístico’ de Avilés.

Pena de Canapés que podían haber sido el aperitivo ideal del banquete monumental avilesino y están amojamaos. Vaya por Dios.

Otro siglo será.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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